Aunque en los años 80´s EL CUIDADO resurge entre los intelectuales como objeto de estudio, realmente desde hace ya varios siglos, EL CUIDADO ha sido tema a estudiar. Aristóteles, tres siglos a. de C. planteó: Los seres humanos somos por el cuidado y para el cuidado. ¿Qué significa esto? Los seres humanos al momento de nacer, nacemos incapaces de vivir por nosotros mismos, los seres humanos nacemos sin una coordinación motriz , el recién nacido ni siquiera tiene la capacidad de poder tomar objetos con su propia mano, no logra coordinar los movimientos de sus dedos para hacer una pinza y llevar los objetos hacia su boca, de hecho, en sus primeros intentos choca con otras partes de su cara, es decir, los seres humanos al momento de nacer, nacemos desprovistos de todo tipo de poder. El ser humano por sí solo no tiene el poder de hacer nada. Para comer, para caminar, para vestirse y para atender cualquier otra necesidad, requiere indispensablemente de otros seres humanos que cuiden de él. Este, es el inicio de la vida humana, por el cuidado de otros vivimos y sin el cuidado de otros morimos. Decir Aristóteles: “Los seres humanos somos por el cuidado…” significa que, ningún ser humano existe si no es gracias a que otro cuidó de él, situación que ocurre totalmente distinta con muchos animales. Hay animales que desde el día que nacieron ya están caminando, otros el mismo día que nacieron pueden ir y encontrar su alimento para sobrevivir. Esto, en qué nos pone a reflexionar: ¿Realmente creemos que el hecho de haber adquirido la capacidad de caminar y desplazarnos de un lugar a otro, es por uno mismo y parte de nuestro proceso biológico? ¿Realmente creemos que el hecho de estar alimentándonos por nosotros mismos, es el resultado de un proceso evolutivo que se nos da de manera natural? ¡Para nada es así!
Los seres humanos para nacer, vivir y desarrollar nuestras habilidades y nuestro potencial, necesitamos de los demás y los demás necesitan de uno, por lo que, en Comunidad de Sinaí, nuestro modelo de tratamiento está basado en una Comunidad Terapéutica y la rehabilitación no la concebimos si no es a través de la experiencia grupal, donde nuestro paciente de mayor antigüedad y recorrido en su plan de tratamiento, no solo ayuda al de recién ingreso, en la vulnerabilidad emocional que implica estos primeros días, sino también, el de recién ingreso, viene a aportarle al fungirle de espejo y recordatorio para fortalecer su conciencia sobre lo que es y fue la enfermedad de la adicción, permitiéndose así una restauración recíproca en la experiencia grupal que facilita nuestra comunidad.
El cuidado pues, está siempre presente en el ser humano desde el momento de nacer, incluso desde antes de nacer, pues alguien cuidó de su vientre y en el transcurso de nuestras vidas, ya sea al inicio como receptores de cuidado, para después cuidar de nosotros mismos, pues si hacemos conciencia, hemos sido educados para cuidarnos y cuidar de nuestro entorno: Cuidar el agua, el dinero, la comida, los dientes, la salud, los útiles escolares, la ropa, la electricidad, la mascota, los muebles de la casa, el mobiliario de la escuela, los amigos, cuidar nuestras palabras cuando estamos enojados, cuidarnos al cruzar una calle y hasta al momento de despedirnos decimos “te cuidas”, mismas herramientas sobre lo que es el cuidado de uno mismo y del entorno, que nuestros pacientes en Comunidad de Sinaí practican a través de actividades como la acuacultura, al contar con un lago donde cultivan tilapia, también actividades de agricultura, al contar con un huerto donde se siembra y cosechan algunas frutas y verduras de temporada, así como la cría y el cuidado de gallinas, las cuales llegan a producir una cantidad importante de huevos para consumo también de nuestros pacientes y, el cuidado de otros animales como el corral de puercos, todo esto establecido como un sistema, ya que una actividad permite el mantenimiento y crecimiento de la otra y así sucesivamente.
Ahora bien, ¿cuál es el objetivo del cuidado que se provee a un ser humano?. Si el ser humano nace sin el poder de realizar por si mismo las acciones necesarias para su subsistencia y, se espera de él, con los cuidados que recibe, provocar el impulso de cuidarse y cuidar de sus circunstancias, el cuidado entonces, tiene como objetivo el establecimiento e incremento de la autonomía según su tiempo y condiciones de desarrollo, es decir, no es la misma autonomía que adquirirá un niño de 5 años, a un adolescente de 15 años, que un adulto de 25 años. Con el cuidado que se provee, se busca lograr que se crezca en la independencia, para lo cual, necesariamente habrá que estarlo proveyendo de poder, para que adquiera la facultad de cuidarse y valerse por sí mismo, de asumir las responsabilidades de su actuar y de prever riesgos y consecuencias que pongan en amenaza su bienestar, así, como la capacidad de hacerle frente a las mismas, sin embargo, cuando estamos frente a las adicciones, tristemente vemos cómo la persona vive en un descuido, pues la pérdida de control en el que ha caído por su adicción, lo lleva a un abandono y, el poder que llegó a adquirir en su historia y crecimiento, se lo ha cedido a su majestad la droga, sin el poder de medir consecuencias ni hacerle frente a las mismas, entrando aquí de nuevo nuestro trabajo en Comunidad de Sinaí, ya que a través de nuestras actividades y del plan de tratamiento que a cada uno de nuestros pacientes se les diseña, logramos restaurar en ellos su autonomía, recuperando el poder que habían cedido a su adicción y recuperar la confianza y esperanza en sus vidas.