Recientemente tuve la oportunidad de pasar un fin de semana con los pacientes en Comunidad de Sinaí, esta vez en lugar de escucharlos como Psicoterapeuta, me dispuse a escucharlos con el interés de investigar un tema específico, ya que Comunidad de Sinaí, desea elaborar un video preventivo contra las adicciones y para definir el guión, requerimos de experiencias e historias reales como las de nuestros pacientes. Fueron varias mis preguntas que pudieran arrojar información útil para justificar dicho guión, tales como: ¿Qué fue lo que te hizo decidirte a consumir la droga la primera vez?, ¿Cuál fue la experiencia que encontraste para después querer volverla a repetir?, ¿Cuál consideras que haya sido un evento en tu historia de tu consumo, que haya detonado el incremento en las cantidades y frecuencia del mismo?, etc. Esto fue lo que encontré:
Se eligieron a 16 pacientes al azar, los cuales se encuentran en un rango de 16 a 52 años de edad. De estos 16 pacientes, 11 de ellos iniciaron su consumo de sustancias químicas con el consumo de alcohol, es decir, el 68.75%, siendo estos mismos, quienes en algún momento de su recorrido con el alcohol brincaron al consumo de cristal, con el que se potencializó y desbordó su adicción, viviendo una total pérdida de control y para fortuna de ellos, lograron terminar internados, pues tristemente no todos logran llegar a un internamiento, muchos otros han terminado en la cárcel, otros en el hospital psiquiátrico o bien, en el panteón.
De estos 11 pacientes anteriormente mencionados, que iniciaron su historia de adicción con el alcohol, 7 de ellos, es decir, el 63.63% experimentaron por vez primera el consumo de alcohol antes de los 18 años, para ser más precisos, se encontraban entre las edades de los 7 a los 16 años de edad; en qué nos lleva a reflexionar lo anterior: El alcohol, se ha convertido en la droga más aceptada, a los padres mientras sea alcohol no les provoca preocupación e incluso minimizan sus daños, tanto, que algunos llegan a ser los compañeros en algunas de las primeras experiencias con alcohol de sus hijos, aún con conocimiento de encontrarse como menores de edad. A otros padres de familia, les toca una y otra vez ver cómo sus hijos menores de edad llegan a sus casas en estados de ebriedad, pero como se trata del alcohol, parece ser la justificación para no tomar cartas en el asunto y cuando el alcohol ya fungió como trampolín para el cristal, llega a ser tarde, en tanto que la adicción como tal ya está instaurada en la mente, en el cuerpo y en el espíritu del joven en cuestión.
Ante la pregunta, ¿qué fue lo que te hizo decidirte a consumir la droga o alcohol por vez primera?, los 16 pacientes entrevistados respondieron haciendo referencia al factor ambiental en el que socializaban: “Quería encajar”, “Mirar a otros y decirme, ¿yo por qué no?”, “Miraba que todos lo probaban y lo hacían”, “El quedar bien”, “Para seguir el rollo y ambientarme”, “Miraba que todos tomaban”, “Yo también quería entrar al ruedo”, “Les seguí el rollo”, etc., etc., que trillado es decirle a los papás cuidar el ambiente en que se desenvuelven los hijos, que pareciera que por trillado, se le ha restado importancia, sin embargo, ahí están algunas de las respuestas de los pacientes entrevistados. Ahora bien, de los 11 pacientes que iniciaron su consumo de sustancias con el alcohol, cuando se les preguntó ¿qué fue lo que te hizo decidirte a probar el cristal por vez primera?, las respuestas que arrojaron 7 de ellos, tienen en común y dejan en claro al confirmar una de las consecuencias del alcohol, en tanto droga puente, trampolín o el primer escalón: “El andar en la borrachera y aguantar más tomando”, “El deterioro del alcohol me llevó y se me hizo fácil”, “El aguantar más el cotorreo”, “Se me hizo fácil”, “ Andaba borracho y acepté”, “El rendir más” y, “Ya no me importaba nada, se me hizo fácil”.
Respecto al cristal, ¿sobrará decir que estamos frente a una de las drogas más agresivas?, ¿que en corto tiempo provoca daños que otras drogas les lleva más tiempo? o, que una vez que se tiene contacto con ella detona una impulsividad y ansiedad que el joven no puede parar, tal cual lo refirió uno de los 16 pacientes a quienes agradezco su apertura y confianza para compartir: “con el cristal me volví imparable…”
Ojalá no te esperes hasta descubrir que el cristal forma parte de la vida de tu hijo, pues desde que el alcohol está presente los padres entran en un mecanismo peculiar, ven y actúan como que no ven, y cuando tu hijo ya está imparable, se emprende una lucha causada por la desesperación y el miedo de perder a lo que más se quiere, pero el cristal también lo quiere para él, es decir, la lucha se emprende contra el cristal y todo lo que representa la adicción. Acércate a Comunidad de Sinaí, ante estas luchas se corre el riesgo de orillar a tu hijo a los brazos del cristal, mientras que él, imparable, desbordado en impulsividad y ansiedad, difícilmente podrá frenarse y pedirte la ayuda.