Carlos Armando Cázarez Osuna inició en 2011 con una carreta afuera de su casa, donde su esposa Mariela atendía y él cocinaba, estos fueron los primeros pininos de Full House como la primera carreta de alitas en Culiacán para después convertirse en un modelo de negocio fuerte con varias sucursales y franquicias en otros estados.
¿Cuál es la parte más compleja de convertirse en franquicia?
Cambiar la mentalidad y la forma de trabajar de todos los colaboradores involucrados en la empresa, en dejar de hacer las cosas empíricamente para llevarlas a cabo de una manera sistematizada con procesos claros y definidos para poder ofrecer en todos nuestro restaurantes las mismas experiencias.
¿Qué ha aprendido en el camino de tener su franquicia?
Este año decidí lanzar comercialmente la franquicia de Full House ya que estábamos listos para hacerlo, gracias a un crecimiento sostenido por el arduo esfuerzo y por atender las necesidades de nuestros clientes.
Hemos tenido solicitudes de distintas partes del país pero tomamos la decisión de una expansión gradual comenzando con nuestra primer franquicia en la ciudad de Los Mochis.
El aprendizaje obtenido hasta el momento es que la comunicación es la base de cualquier negocio y que las necesidades de cada franquiciatario son distintas entre sí y se tienen que atender de manera particular y con apertura a ellas.