Tijuana Jazz Club se abre de par en par para instalar dentro de su espacio asotanado a músicos tanto locales como del otro lado de la frontera y del mundo.
En la entrada te recibe una luz neón índigo con la frase “and all that jazz…” mientras bajas las escaleras y te adentras al ecléctico Tijuana Jazz Club.
A la izquierda un Miles Davis toca la trompeta, ya puedes escuchar “Autumn Leaves” que es lo que sonó en mi memoria, aunque su expresión suena más a la locura de “Bitches Brew”.
Iluminado por unas hermosas lámparas de vitral en colores se encuentra la barra de bebidas, atendida por el cantinero que lleva puesta una boina y un par de tirantes, al igual que los otros meseros. Quizás haciendo honor a la época del Foreign Club en una Tijuana de los años treinta.
Y hasta el fondo y en el centro de todo, el protagonista de la noche, el jazz, que se hace sonar a través de una trompeta, batería, bajo y guitarra.
Hay una banda distinta cada día, de jueves a sábado. La música en vivo comienza a partir de las diez de la noche y termina a la una de la mañana con inter sets para que el público, que oscila en su llegada, tenga oportunidad de escucharle.
“El Club ha crecido de manera orgánica. No ha sido complicado porque me di cuenta que hay una comunidad de jazzistas que estaban esperando un lugar donde poder presentar su talento. Y eso nos ha permitido, darle arranque”, expresa Iván Gallardo, co fundador del Tijuana Jazz Club.
El sótano de lo que en algún momento fue el Club A, ahora ha dado cabida a jazzistas de talla internacional, como por ejemplo el galardonado por los Music Awards, Javier Cabanillas, entre muchos artistas más.