“Me da mucho gusto integrar a nuestro equipo de trabajo, en el gabinete estatal, a mujeres como Rosa Isabel Mendoza Camacho, quien con su juventud, capacidad y experiencia en el tema vendrá a darle un nuevo dinamismo a la Secretaría de Desarrollo Sustentable”, esas fueron las primeras palabras vertidas por el gobernador Quirino Ordaz Coppel en torno al nombramiento de Mendoza Camacho como nueva titular de la Sedesu, en noviembre del año pasado.
Hoy, tras cuatro meses transcurridos, se puede decir que el tiempo le dio la razón al mandatario estatal, de considerar a Rosa Isabel como la mejor opción para ocupar la titularidad de esta secretaría, “debido a su capacidad y experiencia que la distinguen para desempeñar esta nueva responsabilidad de la mejor manera posible”.
A pesar de su juventud, posee un amplio conocimiento del medio ambiente. De hecho, se ha involucrado en los temas de sustentabilidad desde que era muy pequeña, de la mano de su madre, Rosa Aída. Concentrada en consolidar el desarrollo sustentable en la entidad, se da el tiempo de conceder una entrevista, mediante la cual comparte sus raíces, sus aspiraciones y sus logros.
Raíces
Para Isabel Mendoza Camacho, todo comenzó en la niñez, guiada por la persona a quien le debe la vida. “Desde que tenía 6 años, tuve la oportunidad de convivir con niñas y niños que se desarrollaban en condiciones de vulnerabilidad, eran hijas e hijos de jornaleros agrícolas, de pescadores, de separadores de basura; personas que tenían que acarrear agua, que cocinaban en hornillas de leña y que no contaban con servicio de energía eléctrica.
“Mi mamá me llevaba con ella a visitar estas comunidades donde compartía estrategias para la subsistencia y la conservación de los ecosistemas. Era la década de 1990 y por entonces la educación ambiental ya destacaba como una prioridad en el ámbito internacional”. Fue desde muy pequeña cuando la vida le mostró una prueba fehaciente de que el cuidado del medio ambiente concierne a todos, sin importar la condición social y/o económica.
“Un recuerdo que marcó mi conciencia ecológica, fue la visita que hicimos a una familia que habitaba junto a un relleno sanitario, en esa humilde casa vivía una niña de mi edad que me mostró con mucho orgullo una macetita hecha de una botella de plástico donde crecía una planta con una flor blanca, ese era su gran tesoro”.
“Aún recuerdo su sonrisa y su rostro lleno de orgullo cuando me dijo: ‘Yo la sembré y la cuido todos los días’. Entonces comprendí lo valioso de la naturaleza y lo importante que es cuidarla, sin importar tu edad ni tu situación económico o social.
“Desde aquel momento, mi vida tomó un curso bien definido en mi desarrollo como ambientalista. Mi madre Rosa Aída, ha sido y sigue siendo mi inspiración, ella fue pionera de la educación ambiental en Sinaloa, y de ella aprendí que el acercamiento a las comunidades es la base fundamental para impulsar un auténtico desarrollo sustentable. La educación ambiental ha sido y es parte de mi vida, de mi familia, de mi formación como ser humano”.
“Mi aspiración es contribuir en un cambio de conciencia que se traduzcan en hechos, en acciones”
Rosa Isabel Mendoza Camacho
Secretaria de Desarrollo Sustentable
Mi aspiración es contribuir en un cambio de conciencia que se traduzcan en hechos, en acciones, dice la funcionaria. “La educación ambiental significa impulsar una conciencia colectiva en las comunidades rurales, indígenas y en toda la sociedad. Es descubrir juntos cómo aprovechar lo que la naturaleza nos ofrece, respetando sus tiempos, cuidando los recursos, creando empleos temporales entre zafra y zafra, formando huertos de traspatio, transformando la educación en acciones que mejoren la calidad de vida de comunidades vulnerables”.
Agrega que con el paso del tiempo, ha aprendido que “en cada uno de nosotros, sin importar la edad o la circunstancia, reside el poder de cambiar y cuidar el medio ambiente, y que la más grande lección de cultura ambiental te la puede enseñar una niña que a pesar de vivir junto a vertedero de basura es capaz de hacer crecer una flor en una botella de plástico”.
Sinaloa y México deben aspirar como sociedad a unir generaciones a través de retos que son comunes tanto para una persona de 80 años como para una persona de 20.