A mediados de 2020 miles de empresas pararon y la economía se volvió un caos. La Covid-19 llegó justo cuando se calculaba también una crisis económica grave en el mundo. Se convirtió en la tormenta perfecta, una que tras un año y medio después es incalculable.
Ante ese panorama, un grupo de empresarios sinaloenses advirtió que la mejor estrategia de mercado para abrir tiendas, restaurantes y cualquier negocio, consistía en mantener a los clientes sanos. Entonces, decidieron voltear a ver al sector salud público.
El primer acercamiento se dio en un Consejo de Seguridad en Salud, al que asistían los principales mandos y directivos en materia de salud y seguridad en Sinaloa. Ahí se asomó la realidad, según cuenta Adrián Coppel Calvo, empresario y miembro de Grupo Coppel, que durante la pandemia aportó más de 100 millones de pesos.
Lo que encontraron fue un sistema de salud devastado, con carencias importantes, sobre todo de infraestructura.
«Vimos que no había personal especializado, que hacían falta camas y eso sabemos que fue en todos los estados y por eso se desatendieron otros padecimientos importantes», mencionó el empresario.
Por ejemplo, no había camas suficientes, tampoco preparación para oxigenación de pacientes. Peor aún, no había insumos básicos para personal médico y de enfermería como guantes, cubrebocas o caretas.
Todos estos profesionistas se convirtieron en un batallón sin fusiles contra un virus mortal que a la fecha ha arrebatado la vida de más de 8 mil personas en Sinaloa. Vale la pena recordar que gran parte de esas personas muertas son médicos, enfermeras y demás personal sanitario que no pudieron evitar el contagio.
Un grupo de empresas, entre ellas Grupo Coppel, Comex, Grupo México, Grupo Bimbo, Cemex, entre otras comenzaron a hacer cálculos para destinar recursos importantes.
Las empresarias y empresarios decidieron construir y equipar cuatro hospitales itinerantes junto a los hospitales generales de Sinaloa.
También hicieron compras millonarias para insumos básicos, adquirieron ventiladores mecánicos y rentaron por semanas habitaciones en hoteles cerca de los hospitales para que personal médico pudiera descansar en sus ratos libres.
No bastó con eso, también se involucraron en las reuniones de las autoridades sanitarias para opinar sobre la administración de la pandemia, propusieron esquemas sanitarios y crearon protocolos que hoy son usados en comercios y empresas.
«Opinábamos con lo poco, dijimos nuestras dudas que veíamos que la ciudadanía tenía o que los diferentes giros de la economía tenía el pendiente», señaló Coppel Calvo.
«Al principio hablábamos sobre la claridad de las reglas, sobre que estas fueran viables de cumplir para no castigar las actividades económicas».
Los grupos empresariales también han sido parte elemental para poder conocer de forma transparente las decisiones gubernamentales, como sucedió el 13 de mayo del 2020.
Aquella vez Coppel Calvo hizo público el descontento empresarial en un foro de la Coparmex por la baja aplicación de pruebas Covid en el Estado.
«Ahí casi no se ha hablado en el Consejo de esos temas (del control epidemiológico), ¿cuántas pruebas al día se hacen versus las que se deberían estar haciendo?, tal vez se hacen ahorita al día en todo Sinaloa 250 pruebas en todo el Estado y deberíamos estar haciendo más de 3 mil», señaló Coppel Calvo el 13 de mayo de 2020.
También cuestionó que ha sido insuficiente la estrategia para detectar cadenas de contagio y aplicar protocolos de prevención entre las personas que tuvieron contacto con los contagiados. Así como la falta de apoyos para personas que se quedan desempleadas mientras enfrentan la enfermedad.
La iniciativa privada fue un salvavidas para evitar que el sistema de salud colapsara al entender que en tiempos de crisis todos somos parte de la comunidad.
Texto: Marcos Vizcarra / Ilustración: Martha Rivera / Edición: Miriam Ramírez