Con la llegada del verano, los termómetros han empezado a batir récords de máximas temperaturas alcanzadas, particularmente en el noroeste de México donde diversas olas de calor han provocado el registro de 50 grados centígrados con sensaciones térmicas incluso superiores, en entidades como Baja California, Sonora, Sinaloa, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Campeche y Yucatán.
Más allá de las recomendaciones que se realizan para evitar un golpe de calor, cuyas consecuencias físicas pueden llegar a ser fatales, también es importante mencionar que las altas temperaturas pueden tener un impacto significativo en las emociones, el comportamiento y en el desempeño cognitivo, señaló el Dr. en Neurociencias Daniel Álvarez Núñez, coordinador de la Maestría en Neuropsicología de la Escuela de Psicología de CETYS Universidad Campus Mexicali.
“Los seres humanos somos homeotermos, esto quiere decir que somos capaces de mantener una temperatura corporal constante, independientemente de la temperatura ambiental. Esta termorregulación se debe al trabajo de una estructura ubicada en la base del cerebro, llamada hipotálamo, la cual recibe información de los sensores de temperatura de la piel y de otras partes del cuerpo para controlar la temperatura y garantizar que todo funcione correctamente”.
De esta manera, añadió, si la temperatura es baja, el hipotálamo hace que los músculos se contraigan y se liberen rápidamente, produciendo lo que se conoce como escalofríos; mientras que cuando la temperatura corporal aumenta, el hipotálamo envía señales a las glándulas sudoríparas para que produzcan sudor, creando un efecto refrescante al evaporarse.
Sin embargo, estar dentro de un ambiente caluroso de manera constante puede generar efectos en distintas funciones del organismo, por ejemplo en el sueño, que se vuelve de menor calidad. “Hay una tendencia a tener dificultades para conciliar y mantener el sueño de manera fluida a lo largo de la noche y al no tener un descanso reparador, durante el día disminuye nuestro rendimiento y tendemos a ser menos tolerantes ante algunos estímulos o situaciones”, explicó el especialista.
Respecto a la relación que hay entre las temperaturas extremadamente altas y el comportamiento humano, diversas investigaciones realizadas en Australia reportan que la exposición a largo plazo a temperaturas ambientales altas está asociada a la presencia de comportamientos agresivos. Esta relación podría deberse a que el calor extremo es percibido como un tipo de estresor que genera incomodidad y rompe el equilibrio o balance ideal en el cuerpo, teniendo como respuesta un comportamiento de lucha o de huida.
Pero, el calor no solo tiene un efecto en el comportamiento; también puede impactar el desarrollo de algunas funciones cognitivas complejas, como la memoria de trabajo y la atención; incluso incrementa la probabilidad de tener periodos de procrastinación.
“A pesar de que las altas temperaturas pueden provocar estas consecuencias, cabe destacar que no todas las personas presentarán los mismos efectos. De igual manera, para evitar la presencia de estas manifestaciones es importante mantenerse hidratado y en la medida de lo posible evitar periodos prolongados de exposición a las altas temperaturas”, recomendó el docente.