En el corazón de Sonora, México, nació y se formó Luis Fernando Haro Encinas, un líder que ha dejado una marca profunda en el sector agropecuario. Con más de cuarenta años de experiencia y un compromiso inquebrantable con la agricultura, Haro Encinas ha llevado al Consejo Nacional Agropecuario (CNA) a nuevos niveles de éxito e innovación. Su viaje, desde sus inicios en Hermosillo hasta su papel como una figura central en la agroindustria mexicana, ilustra cómo la pasión por la tierra y una visión estratégica pueden transformar no solo un sector, sino también contribuir significativamente al desarrollo económico y la seguridad alimentaria del país. La historia de Haro Encinas es un inspirador ejemplo de dedicación y liderazgo en el campo mexicano.
El inicio
Originario de Hermosillo, Sonora, Haro Encinas ha vivido 45 de sus años en esta tierra que tanto ama. Desde joven, la pasión por la biología y la agricultura marcó su camino.
“Estudié en escuelas públicas y siempre me llamó la atención el tema biológico, todo aquello que tuviera que ver con el campo me interesaba”
Fue en la preparatoria donde tomó asignaturas enfocadas en suelos y fertilizantes, lo que lo condujo al sendero que definiría su carrera. La influencia de su padre, un ganadero en Rayón, Sonora, y trabajador de la reconocida empresa avícola Mezquital del Oro, fue determinante.
“Las razones por las que me enfoqué en este sector se debieron a lo que vi en mi padre”
Esa inspiración lo llevó a estudiar agronomía, combinando la teoría con la práctica desde sus años de estudiante.
De estudiante a pionero en la agricultura
Antes de terminar sus estudios, un maestro lo invitó a trabajar en un negocio de agroquímicos y fertilizantes. Ahí, Haro Encinas realizó prácticas en cultivos de algodón, trigo y hortalizas.
“Con el ingeniero nos íbamos a la costa de Hermosillo a revisar plagas y hacer recomendaciones de aplicaciones”
Fue testigo y parte activa de la reconversión agrícola de la región, viendo cómo los agricultores abandonaban cultivos tradicionales como el trigo y el algodón, comenzando a plantar frutas como naranjas, nogales y uvas de mesa, transformando así la fisonomía y la rentabilidad de la zona.
Trabajando en la compañía de agroquímicos, Haro Encinas conoció a Don Enrique Camou, un agricultor visionario que se convirtió en una figura paterna para él. Camou lo invitó a unirse a la Unión de Crédito Agrícola de Hermosillo, donde Haro Encinas enfrentó el reto de rescatar carteras vencidas y reestructurar deudas en un periodo económico complicado.
“Mi trabajo consistía en ir a la Comisión Nacional Bancaria y buscar reestructuraciones; debía encontrar respuestas a la problemática que enfrentábamos, ya que la Unión se estaba volviendo inoperable”
Este esfuerzo no solo mantuvo a flote a la Unión de Crédito, sino que también fortaleció la comercialización de productos agrícolas a través de la Almacenadora de Hermosillo.
Del campo al CNA
Su experiencia y dedicación lo llevaron a la Fundación Produce Sonora, donde sus aportaciones ayudaron a mejorar nuevas inversiones en el campo mexicano. Luego llegó a la Asociación de Organismos de agricultores del Norte de Sonora (AOANS). En 2008 se le presentó una oportunidad cuando Juan Carlos Cortés buscaba la presidencia del CNA. Haro Encinas coordinó su campaña, que culminó en una victoria, y fue así que le invitaron a ser parte del Consejo como director. En el CNA, Haro Encinas ha trabajado para cuatro presidentes: Juan Carlos Cortés, Benjamín Grayeb, Bosco de la Vega y Juan Cortina.
“Nunca se me olvidan mis raíces. Haber andado en botas y sombrero entre los surcos me dejó una amplia experiencia. En estos años he sembrado una gran cantidad de amigos que actualmente sigo cosechando”
Bajo la dirección de Haro Encinas, el CNA se ha convertido en el organismo cúpula del sector agroalimentario mexicano, representando prácticamente todas las ramas productivas del país.
“El CNA representa el 75% del PIB agroalimentario y el 80% de las agroexportaciones mexicanas”
Este éxito se debe a la constante innovación y adaptación de productores y empresas, que han alcanzado niveles de productividad y competitividad comparables a los mejores del mundo, respaldados por certificaciones de calidad e inocuidad en productos agroalimentarios.
Un legado de optimismo
Con un enfoque en la modernización del campo y el apoyo a pequeños productores, Haro Encinas ve un futuro prometedor para la agricultura mexicana.
“Debemos preocuparnos por aumentar la producción de una forma ética, aprovechando los recursos con los que contamos. El pequeño productor debe producir más y no ser un asistido. Debemos superar la cantidad de alimentos de forma ética e inteligente”
Señalando que la FAO estima que para el 2050 la demanda de alimentos requerirá un aumento del 60% en la producción global.
Luis Fernando Haro Encinas es ejemplo de cómo, con un liderazgo visionario y un inquebrantable compromiso, se puede hacer que las cosas sucedan y sucedan bien, forjando un legado de innovación y optimismo en el campo mexicano. Destacando que la pasión, dedicación y visión pueden transformar no solo un sector, sino también un país entero.