Desde siempre y con gusto, Carolina Barraza Tostado fue la encargada del postre en las reuniones familiares. Elaborar y hornear postres era un talento que poseía, pero se resistía a la idea de crear un negocio. “Siempre me decían que las vendiera, pero yo pensaba: no tengo tiempo y mis hijos me necesitan”, recuerda.
Sin embargo, en un desayuno, Carolina llevó algunas de sus galletas para vender, una experiencia que la animó a intentarlo en serio.
“Me daba miedo empezar, pero si lo hacía, quería que el empaque fuera especial, sin cajas genéricas ni presentaciones simples”
Con el apoyo de su esposo, buscó proveedores, diseñó su logo y su eslogan: Life is what you bake of it. En menos de tres semanas, ya tenía mil cajas listas en su casa y un pequeño espacio acondicionado para trabajar. Su crecimiento ha sido completamente orgánico, impulsado por el empaque atractivo y el boca a boca en redes sociales.
“La gente lo sube a sus historias, alguien muerde una galleta en un video y de inmediato me empiezan a seguir”
Romi se ha diferenciado por su branding y la calidad de sus galletas, pues
“son suavecitas por dentro, gooey, por eso me gusta la frase “Have a gooey day“. Y los sabores están inspirados en las tendencias, chocolate de Dubái, pistache y Lotus son los más vendidos”
Cuenta con cajas para cuatro galletas, opciones de mini galletas y empaques personalizados para eventos especiales.
El camino no ha sido fácil, pues desde su comienzo tuvo inconvenientes con la impresión de sus cajas, además del miedo de lanzarse al mercado. Aun así, la demanda sigue creciendo y ya está pensando en abrir un local e incluir el café, en su menú.