La historia de SALOT comenzó en los años 80, cuando los padres de Jesús Santiago Salido Otero, originarios de Sonora, iniciaron un pequeño negocio familiar de empanaditas. Su madre, que solía hacer estos antojitos para reuniones familiares, los motivó a emprender perfeccionando la receta y transformando la tradición en un negocio.
A lo largo de 20 años, la empresa creció y estuvo activa durante este tiempo, pero en 2007 cerró sus puertas. Sin embargo, en 2019, Jesús Santiago Salido Otero, junto a su esposa, decidieron reactivar el negocio con una visión renovada.
“Volvimos a comenzar casi desde cero, pero con mucha motivación por la independencia económica y el desarrollo personal”, dice el emprendedor.
Hoy, SALOT se ha consolidado como una empresa familiar sonorense que elabora empanaditas rellenas con productos 100% naturales y artesanales, como los dulces de leche y guayaba.
“Lo que nos diferencia es la calidad de los rellenos y nuestra receta única para la masa”
La meta, además de seguir mejorando, es expandir el negocio a Arizona, apoyados por una sólida investigación de mercado.
El uso de redes sociales ha sido fundamental en su crecimiento, “Son una herramienta poderosa para conectar con nuestros clientes”, asegura. A pesar de los obstáculos, el emprendedor comparte un consejo valioso,
“Un buen marinero no se hace en aguas tranquilas. Las dificultades son parte del proceso, pero lo importante es no desistir y seguir adelante”
A sus colegas emprendedores, les deja una reflexión, “Empieza con lo que tienes, el primer paso es clave. Sueña en grande, pero empieza pequeño”. Con visión y perseverancia, SALOT sigue creciendo, llevando el sabor de Sonora a más personas.