La historia de Arturo Eleuterio Ortega Molina comienza en un rancho de Sonora, que había pertenecido a su bisabuelo y, con el paso del tiempo, seguía albergando a tíos y vaqueros que mantenían la rutina de subsistencia propia de la época. Ahí, entre cultivos de cebolla, tomate, sandía y melón y ganado bronco, transcurrieron sus primeros seis años.
“Cada semana se mataba un chivito o un borreguito para alimentar a la casa y a los vaqueros. Cada mes, una vaca bronca. Era un modo de vida completo, casi sin depender de la ciudad”, recuerda.
De ese entorno rural pasó a la vida escolar en Hermosillo en diferentes escuelas hasta ingresar al Liceo de Varones, fundado en 1918, y más tarde a la preparatoria universitaria, viviendo experiencias que forjaron su carácter. Desde las aulas improvisadas en pasillos hasta las estrictas normas de asistencia, aprendió disciplina en un tiempo en que los maestros no daban concesiones.
“En secundaria me enamoré del deporte y perdí años un año faltas, pero esa etapa me enseñó también el valor del esfuerzo y la constancia”, comparte.
Su juventud coincidió con el crecimiento de Hermosillo como ciudad moderna. Participó en decenas de desfiles escolares, con banda de guerra y uniforme impecable, mientras la población se reunía en las banquetas para presenciar el paso de los estudiantes. Era un símbolo de una época en la que la educación pública comenzaba a consolidarse como motor de movilidad social.
El verdadero giro llegó cuando, en 1960, se trasladó a Monterrey para estudiar Administración de Negocios.
“Yo siento que aprendí más observando la organización de la ciudad y de sus empresarios que en las aulas. Ver cómo operaban los negocios y la industria fue una lección invaluable”, asegura.
La urbe industrial le mostró una manera distinta de concebir el orden, el trabajo y la visión empresarial, aprendizajes que más tarde marcarían el rumbo de su propia carrera.
De regreso en Sonora, se incorporó al Banco Ganadero Agrícola, donde conoció de cerca el sistema financiero. Analizaba solicitudes de crédito y se familiarizó con conceptos que pocos manejaban entonces: intereses, márgenes y capital de trabajo.
“Fue fundamental aprender el manejo del dinero y el valor del tiempo en la inversión. Es algo que hoy muchas generaciones desconocen”, comenta.
Esa experiencia le abrió camino hacia el comercio de electrodomésticos, hasta que un encuentro casual en 1966 lo llevó a descubrir una tecnología que transformaría su vida y la de muchos negocios y oficinas gubernamentales del estado, las copiadoras Xerox.
“La gente no creía que existiera una máquina capaz de sacar siete copias por minuto en papel seco. Era algo revolucionario, como lo digital hoy”, recuerda.
Lo que para muchos era una apuesta incierta, para Arturo Ortega Molina fue una oportunidad. En 1970 tomó la concesión exclusiva de Copicentro Xerox en Sonora y Sinaloa y comenzó a expandirse con fuerza. Instaló máquinas en dependencias públicas, creó centros de copiado y desarrolló esquemas de arrendamiento que facilitaron el acceso a la innovación. “El patrimonio que hice, lo hice gracias a Xerox. Fuimos pioneros en el estado”, afirma.
De la tierra al papel
La historia empresarial de Arturo Ortega Molina está marcada por decisiones arriesgadas, diversificación y la convicción de que “en los negocios siempre hay que detectar necesidades reales”.
Una de esas decisiones llegó en 1968, cuando la enfermedad de su padre lo llevó a hacerse cargo del rancho familiar. Con apenas un crédito del Banco Ganadero Agrícola, se inició en la actividad pecuaria. “Me hice cargo del rancho de mi papá a la par con mis negocios, sin ser todavía dueño único de copiadoras”, recuerda.
Ese primer paso lo llevó a una etapa de expansión que marcaría su vida, pues en los años setenta y ochenta adquirió diversas propiedades ganaderas en Sonora, como un rancho de 3,300 hectáreas y, más tarde, otro de 2,200 hectáreas en Rancho Esmeralda, una de las propiedades más emblemáticas de su portafolio.
Mientras crecía en la ganadería, Arturo Ortega Molina también forjaba un nombre en el sector tecnológico. Había iniciado como concesionario de Xerox en México, hasta que la multinacional decidió operar de manera directa. “Nos quedamos con los centros de copia, que ya eran muy rentables”, recuerda. Esa transición lo llevó a fundar su propia red de centros y a asociarse después con Konica Minolta, lo que consolidó su posición como referente en el mercado regional de copiadoras y servicios de impresión.
En paralelo, su influencia en el gremio ganadero también fue decisiva. Llegó a presidir la Unión Ganadera de Sonora en los años ochenta por cuatro años consecutivos, etapa en la que fundó la Cooperativa Socogos y participó en la creación de la Fundación Ganadera, con la cual se otorgaban becas para hijos de empleados del sector, además de impulsar la Expo Ganadera.
La capacidad de Arturo Ortega para moverse entre distintos mundos, la ganadería, la industria tecnológica y la representación gremial, le permitió sortear crisis económicas como la de 1984 y mantener siempre un pie en la innovación.
Conexiones del futuro
Hoy, a sus más de siete décadas, mantiene ese espíritu emprendedor con Konecta, una empresa proveedora de internet dedicado para el sector empresarial. El proyecto nació de una necesidad vivida en carne propia y de sus allegados con las constantes fallas de conectividad que afectaban la operación y facturación digital de sus negocios.
“El SAT nos tiene agarrados con la factura digital. Pasaba un día o dos sin internet y no podías facturar. Eso afectaba a la operación y daba un mal servicio a los clientes”, explica. De esa problemática surgió la idea de ofrecer un servicio más estable y confiable.
Konecta se enfoca en contratos empresariales, aunque ya ha comenzado a instalar nodos para cubrir zonas habitacionales.
Con infraestructura técnica propia, personal capacitado en Mexicali y alianzas con proveedores internacionales, la empresa apunta a crecer en el noroeste del país. “Tenemos toda la estructura suficiente para crecer. Estamos en la etapa de difusión”, afirma Arturo Ortega, consciente de que la consolidación de su nueva propuesta de negocio pasa por la visibilidad de marca.
Arturo Ortega Molina es un empresario que supo transitar de los campos agrícolas a la modernidad tecnológica, con una mirada siempre atenta a las oportunidades de cambio. Su historia es la de un pionero del noroeste mexicano que entendió que la innovación se estudia, se vive y se aprovecha en el momento preciso.
ACTUALMENTE:
- Presidente del Consejo de Comerciantes Asociados en Hermosillo S.A.
- Presidente del Consejo de Copiadoras y Servicios de Sonora S.A.
- Presidente del Consejo de Mariscos “Los Arcos”, S.A. de C.V.
- Presidente del Consejo de Copy Digital de Nogales, S.A. de C.V.
- Presidente de Konecta Sonora, S.A. de C.V.
- Presidente de Suministros para Impresión RA, S.A.
- Instituto Francisco Javier Saeta, I.A.P.
TRAYECTORIA:
- Ha sido Presidente de la Unión Ganadera Regional de Sonora.
- Presidente Fundador de la Sociedad Cooperativa Ganaderos Organizados de Sonora, S.C.L. (Socogos).
- Presidente Fundador de Fundación Ganadera, A.C.
- Presidente Fundador de la Fundación Mexicana para el Desarrollo Rural de Hermosillo A.C.
- Presidente de COPARMEX.
- Presidente de Fundación Esposos Rodríguez.
- Presidente del Fondo de Becas Esposos Rodríguez, S.C.
- Presidente Fundador del Consejo Superior del Centro Escolar Campo Grande.
- Presidente del Consejo Consultivo de Agua de Hermosillo.
- Presidente de la Junta Universitaria.
RECONOCIMIENTO:
- Empresario del Año 2023-2024 por CANACO.
- Trayectoria profesional inicial: En 1965, Arturo Ortega trabajó en tres bancos: el Banco Comercio de Sonora, el Banco Ganadero Agrícola y el Banco Nacional de México. Copicentro Xerox.
- Negocio local ubicado en Hermosillo, Sonora.
- Servicios de copiado, impresión, escaneo y planos para clientes de la región.
- Orientado a estudiantes, profesionistas y empresas locales.
- Marca asociada a Xerox para equipos de impresión.













