Casa del Carmen, antes conocido como Hospital del Carmen, celebra orgullosamente su primer centenario de historia y servicio. Fundada por un grupo visionario de mujeres sinaloenses que donaron su tiempo, bienes y recursos, esta institución se ha consolidado como un pilar del cuidado médico, emocional y espiritual para los adultos mayores y sacerdotes de la Diócesis de Culiacán.
Desde sus inicios, Casa del Carmen ha ofrecido asistencia médica y mental a quienes más lo han necesitado, adaptándose a las necesidades cambiantes de la comunidad. Hoy en día, la institución se enfoca en la atención, rehabilitación física y el acompañamiento digno, humano y afectuoso para personas mayores, buscando que cada día de sus vidas siga lleno de amor y alegría.
Durante la celebración litúrgica por los 100 años de la fundación, el Obispo de la Diócesis de Culiacán, Mons. Jesús José Herrera Quiñones, reconoció el origen espiritual de esta obra:
“Hace cien años, un grupo de mujeres inició esta obra maravillosa del Hospital del Carmen. No fue solamente una actividad altruista. Para que esto permanezca en el tiempo es necesario una inspiración del Espíritu y una experiencia de Dios.”
Como parte de los festejos, Lupita Victoria Romano, directora de la Casa del Carmen, entregó reconocimientos especiales a cinco colaboradores, en honor a su dedicación, constancia y amor por una causa que deja huella profunda en la sociedad sinaloense. Acompañados de sus familias, adultos mayores, sacerdotes, colaboradores y amigos, la comunidad celebró con emoción este siglo de servicio ininterrumpido.
En un mundo donde la generosidad se percibe cada vez más escasa, la permanencia de Casa del Carmen representa un verdadero milagro institucional. Gracias al respaldo continuo de la Diócesis de Culiacán, a los donantes, a las familias que confían sus seres queridos y a un equipo comprometido con los valores de esta noble casa, la misión original no solo se mantiene viva, sino que sigue creciendo.
A cien años de su fundación, Casa del Carmen no solo es parte de la historia de Culiacán: es una inspiración y un ejemplo de cómo la filantropía, la fe y la organización bien dirigida pueden transformar vidas. La institución se consolida como un ícono de la identidad solidaria sinaloense y como modelo de atención humanista en el sector salud y asistencia social.