Desgraciadamente las heridas más profundas llegan en la infancia y son tan discretas como letales. Una epidemia invisible y crónica que hasta hace muy poco era motivo de vergüenza y estigma social.
En el mejor de los casos el paciente puede pasar toda su vida sin un diagnóstico. Sin embargo, algunos trastornos pueden derivar en una incapacidad social grave y en peores circunstancias poner en riesgo la vida del paciente.
“Es una locura odiar a todas las rosas sólo porque una te pinchó. Renunciar a todos tus sueños sólo porque uno de ellos no se cumplió”
– El Principito
“El servicio incluye la orientación a los padres durante el proceso”, compartió Erika Cazares Galindo, directora general del CEPDI, desde donde la entrevistada se dedica en cuerpo y alma a compartir los beneficios de una intervención oportuna.
Ricardo Pereda