China se ha convertido en el principal centro manufacturero global gracias a su infraestructura avanzada, mano de obra calificada y cadenas de suministro eficientes. Según el Banco Mundial, China representa el 27 por ciento de la manufactura con valor agregado a nivel mundial, siendo la mayor potencia industrial del mundo.
Exclusividad
El mercado de lujo históricamente se ha sustentado en un modelo de exclusividad, donde solo un grupo selecto de consumidores puede acceder al privilegio de poseer ciertas marcas.
Este estatus se define, en gran medida, por precios muy elevados que reflejan aspectos como la calidad del producto, además de su valor simbólico y por supuesto aspiracional.
Sin embargo, esta lógica está comenzando a transformarse frente a una tendencia creciente que pone en juego el modelo tradicional del lujo y es la proliferación de imitaciones que muchas veces son casi perfectas y la mayoría de ellas provenientes de China. Y es que, lejos de limitarse a copias burdas o productos genéricos, los nuevos clones de lujo están diseñados con un nivel de detalle impresionante.
Algunos hasta incluyen números de serie, etiquetas y empaques que imitan a la perfección los elementos que tradicionalmente garantizan la autenticidad de un artículo.
Esto ha llevado a que cada vez más consumidores opten por estas versiones, no necesariamente porque no puedan pagar el original, sino porque encuentran en ellas una manera de acceder a los productos pero sin pagar el precio inflado que impone el prestigio de marca. Precisamente plataformas de ecommerce como Aliexpress es una de las opciones en donde más se busca por productos de prestigio.
Fenómeno
Este fenómeno ha crecido en plataformas de comercio electrónico, redes sociales y mercados paralelos, donde los llamados “dupes” (copias de alta calidad) se comercializan como una alternativa legítima.
Se trata de una especie de democratización del lujo, donde lo aspiracional se vuelve accesible y el precio deja de ser un filtro exclusivo. En TikTok, por ejemplo, existen cientos de videos que comparan productos originales con sus réplicas chinas, y en muchos casos los usuarios no logran distinguir cuál es cuál. La tendencia refleja un cambio de paradigma para muchos consumidores, donde ya no se trata de la procedencia o del valor real del producto, sino de la apariencia, la funcionalidad y, sobre todo, de la capacidad de proyectar estatus en entornos sociales y digitales.
En este contexto, el lujo ya no se compra exclusivamente con dinero, sino también con astucia para encontrar la mejor réplica, con acceso a los canales correctos y con el conocimiento necesario para distinguir una imitación de calidad. A medida que esta tendencia sigue creciendo, las marcas enfrentan a la gestión de defender su valor simbólico donde la exclusividad ya no depende solamente del precio o la autenticidad, sino también de la narrativa, la experiencia y la conexión emocional que puedan ofrecer a sus consumidores.
En ese sentido, China ha mantenido su posición como líder mundial en manufactura debido a una combinación estratégica de infraestructura, políticas industriales y capacidad tecnológica.
El país alberga uno de los ecosistemas manufactureros más sofisticados del planeta, con regiones especializadas que permiten producir en masa casi cualquier tipo de bien, desde electrónicos hasta textiles o artículos de lujo.
Este dominio se sostiene en parte por la integración vertical de su cadena de suministro: en una misma zona pueden concentrarse proveedores de materias primas, ensambladoras, empresas de empaque y transporte, lo que permite reducir significativamente los tiempos y costos de producción.
A ello se suma una capacidad técnica altamente desarrollada que le ha permitido a China no solo producir en grandes volúmenes, sino también replicar productos con niveles de detalle que en ocasiones desafían la diferencia con los originales.
Líder del mercado de lujo
Curiosamente, a pesar de ser uno de los principales focos de producción y exportación de imitaciones de lujo, China también lidera el mercado global de artículos personales de lujo en términos de consumo.
De acuerdo con datos de Statista de 2024, el país asiático generó ingresos estimados en 102,000 millones de dólares, posicionándose como el mayor mercado a nivel mundial en esta categoría. Le siguen Estados Unidos, con 96,000 millones y Japón, aunque con una diferencia notable en ingresos. Este liderazgo no solo refleja el creciente poder adquisitivo de los consumidores chinos, sino también su fuerte interés por el lujo como símbolo de estatus y éxito.
Las nuevas generaciones en ciudades como Shanghái, Beijing y Shenzhen han adoptado las marcas de lujo como parte de su estilo de vida cotidiano, impulsando tanto las ventas físicas como el comercio electrónico de alto nivel.
Paradójicamente, mientras China se consolida como el principal mercado de lujo, también es una de las mayores fuentes de imitaciones de alta calidad, lo que genera una dualidad interesante en torno al consumo aspiracional.