En una pequeña cocina de Culiacán, durante el encierro de la pandemia en 2020, Connie Grijalva Fox descubrió que hornear no solo era su pasatiempo favorito, sino también el inicio de un camino lleno de sabor, creatividad y comunidad.
Sus clientes reconocen su sello inconfundible en cada pastel que sale de su taller. Hoy, Connie encabeza junto a su hijo José Pablo Félix Grijalva un equipo de cinco personas que han logrado construir una repostería que va más allá del negocio, es una propuesta que mezcla el sabor tradicional con un diseño personalizado y cuidado hasta el último detalle.
Una cocina convertida en emprendimiento
En medio del encierro y con tiempo libre, Connie decidió preparar algunos pastelitos para vender en redes sociales. La respuesta fue abrumadora, treinta pedidos el primer 30 de abril. Sin moldes, sin ayudantes, pero con muchas ganas, sacó adelante ese primer reto.
Desde entonces, la clientela ha crecido con ella. Algunas personas siguen encargando pasteles desde aquel primer año. Poco a poco, el hobby se convirtió en un trabajo formal, con cursos, herramientas, equipo y una clientela que no ha parado de crecer.
Un pastel, una historia
En Connie Fina Repostería, cada pastel es una pieza diseñada con intención. No se parte de fórmulas genéricas ni moldes establecidos: se parte del cliente. El equipo entiende que cada celebración es única y, por ello, solicita conocer los colores, la decoración del evento, el estilo y la atmósfera. A partir de esa información, Connie se inspira y diseña pasteles que se integran de forma natural al entorno, elevando la experiencia del momento.
El sabor es otro de los pilares de la marca. Se trabaja con recetas tradicionales, sin atajos ni procesos industrializados. Desde los betunes preparados desde cero hasta los ingredientes seleccionados uno a uno, cada pastel busca ofrecer un sabor auténtico, de esos que se sienten reales, memorables y hechos con dedicación.
La prioridad de Connie Fina Repostería no es solo crear un pastel bonito, sino una pieza significativa, deliciosa y alineada con la emoción del momento.
En expansión
Cuando el emprendimiento comenzó a crecer, su hijo José Pablo notó que el negocio pedía más estructura. Ingeniero de formación, dejó su empleo en Monterrey para sumarse al proyecto y aportar una visión más administrativa. Ahora se encarga de la parte financiera, operativa, de ventas, compras, expansión y redes sociales, mientras Connie dirige los procesos de producción y el diseño, él se asegura de que Connie Fina Repostería.
Desde entonces, han logrado formalizar su operación, y ya planean abrir su primer local y profesionalizar cada aspecto del negocio sin perder el trato cercano con los clientes.