Por Minerva Solano Moreno
Dirigir un museo con una colección como la que resguarda el Masin ha sido una de las más gratificantes experiencias, un compromiso definido en gran medida por la responsabilidad de salvaguardar la integridad y la memoria simbólica de la obra de arte como bien cultural y patrimonio que cuidar, ponderar y divulgar; supone también la responsabilidad de crear un abordaje discursivo y museográfico orientado a potenciar el encuentro del visitante con la obra del arte.
Durante este tiempo, se impulsó la realización de exposiciones de extraordinarios artistas nacionales y locales, proyectos en colaboración con los más importantes museos del país, entre los que destacan: el Museo de Arte Carrillo Gil, el Museo Soumaya, El Museo de la Memoria y Tolerancia, el Museo Nacional de la Estampa, el Centro de la Imagen, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo, el Museo del Chopo, Casa del Lago, el Centro Cultural Universitario Tlatelolco, y organizaciones como CIAC, Casa Barragán y la Coordinación Nacional de Patrimonio Cultural y Turismo. Para poder recibir en préstamo exposiciones de tal envergadura, fue necesario dotar las salas del museo de un sistema de vigilancia en video, de medición de temperatura y humedad, y equiparlas con dehumidificadores que controlaran la humedad en el ambiente; condiciones que forman parte de los requerimientos que todo museo exige para el préstamo de obra.
Exposiciones acompañadas de un programa de actividades paralelas como conferencias, talleres, mesas redondas y actividades educativas; realizadas en colaboración con diversas entidades, como la Secretaría de Desarrollo Sustentable, el Implan, las comisiones de Cultura y Planeación del Congreso del Estado; así como con organizaciones civiles, como el Seminario de Cultura Mexicana, Sociedad Botánica y Zoológica de Culiacán, Jardín Botánico de Culiacán, Parques Alegres, Bien Informado, Construyendo Espacios para la Paz, Pro-ciudad, Kybernus, Academia Nacional de Arquitectura capítulo Sinaloa, Accionarse, Grupo Orfeo, Mujeres en Bici Culiacán, Regala un Libro, Mapasin, entre otros; a quienes agradezco su entusiasmo y confianza en nuestro proyecto cultural.
Uno de los principios que orientaron nuestro esfuerzo durante este tiempo fue el de modificar la idea de gestionar colecciones por la de gestionar afectos: relaciones significativas entre las obras, públicos, artistas y museo. Esbozar con cada una de nuestras acciones un territorio afectivo que se prolongara más allá del propio recinto; alentados por la idea de crear comunidad, a través de una programación que tuviera el poder de alcanzar esta diversidad de públicos, sus intereses, motivaciones y anhelos.
Con la certeza de que a través del arte es posible abrir el entendimiento a otras formas de pensar el mundo y contribuir de esta manera a la formación de individuos tolerantes, abiertos a lo diverso, interesados en lo que el otro tiene por decir y, a partir de este interés, participar en un diálogo para comprenderse; trabajamos incesantemente en estrategias que permitieran ampliar el alcance de nuestra oferta, tendiendo puentes de comunicación a distintos grupos e inquietudes, que nos permitieran configurar una comunidad de individuos que desde sus muy particulares intereses, confluyeran en este recinto, como punto de encuentro y de partida para nuevos proyectos.
Cada exposición y actividad realizada parte de la convicción y la voluntad de propiciar el encuentro con el hecho cultural, reconociendo el poder que tiene el arte para mover subjetividades no sólo a la reflexión sino a la acción; pues el arte como hecho social y cultural sitúa en el espacio público, ideas y puntos de vista que enriquecen el pensamiento colectivo, al llamar la atención hacia los asuntos de su realidad social y momento histórico, contribuyendo a formar una sociedad pensante y sensible, con capacidad de orientar su existencia hacia mejores prácticas de convivencia y de vida.
Ha sido un honor y un verdadero privilegio haber tenido la oportunidad de propiciar, durante estos años, los acontecimientos que hicieran realidad los propósitos de sus fundadores: Lic. Francisco Labastida, Dra. María Teresa Uriarte, Mtra. Miriam Kaiser y Dr. Jaime Labastida; haber contado con el respaldo e incansable apoyo de la Sociedad de Amigos del Masin, con quienes tuve la oportunidad de colaborar en diversos proyectos, como la remodelación de la bodega, reposición de su aire acondicionado y el de la Sala de la Colección, la edición del primer Catálogo Razonado de la Colección, diversas ediciones de Subastarte y recientemente la recuperación y remodelación de la biblioteca del museo; pero sobre todo, y muy especialmente, el haber formado parte de la Familia Masin, quienes con su dedicación y esfuerzo hacen posible la magia de cada inauguración, a todos ellos mi mayor agradecimiento y cariño.