El uso de drogas ha sido visto históricamente como un tema dominado por los hombres, pero los datos recientes muestran que, en algunos países, las mujeres están usando ciertas drogas al mismo nivel o en mayor proporción que los hombres.
El Informe Mundial sobre Drogas, publicado en 2023 por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, conocida como UNODC (por sus siglas en inglés), estima que en 2021, 36 millones de personas consumieron anfetaminas y 22 millones consumieron cocaína. La proporción de consumo de estimulantes tipo anfetamínico (el 45% de los usuarios fueron mujeres) y el uso no médico de productos farmacéuticos (entre 45% y 49%) es mayor en las mujeres. En contraste, la cocaína y los opiáceos tienden a ser más usados por los hombres.
En un estudio cualitativo realizado por la Fundación Sociedad Educadora de Sinaloa A.C., donde se entrevistó a un total de 15 mujeres internas en 3 centros de rehabilitación, se encontró como hallazgo que, a diferencia de los hombres, cuya primera sustancia de consumo suele ser el alcohol o el tabaco, la metanfetamina (cristal) es la droga de mayor prevalencia como droga de inicio en el grupo de mujeres entrevistadas para este estudio.
En el grupo de mujeres entrevistadas de este mismo estudio, señalan que su primer consumo fue acompañado por un/a integrante de su familia. De tal manera que el 40% de las participantes en este diagnóstico relató haber iniciado su consumo acompañada de su papá, un tío, un primo, la hermana, o bien la prima. Otras más fueron las amistades quienes hicieron el acompañamiento, el 30% la pareja el 20%, y un caso forzado por desconocidos.
La proporción de consumo de estimulantes tipo anfetamínico y el uso no médico de productos farmacéuticos es mayor en las mujeres, según el Informe Mundial de la ONU.
De acuerdo al estudio realizado por la Fundación Sociedad Educadora de Sinaloa A.C., podemos inferir lo siguiente:
Las mujeres pueden enfrentar presiones sociales y culturales únicas que pueden influir en su comportamiento, incluido el consumo de sustancias. Esto puede incluir expectativas de rendimiento académico o laboral, incluso presiones para mantener un cierto peso o apariencia física. Las mujeres a menudo enfrentan estándares poco realistas de belleza y perfección que pueden afectar su autoimagen y autoestima. El uso de estimulantes puede estar relacionado con intentos de controlar el peso o mejorar el rendimiento físico para cumplir con estos estándares
Las diferencias biológicas, hormonales, psicológicas y sociales pueden influir en la rapidez con la que las mujeres desarrollan dependencia de sustancias psicoactivas en comparación con los hombres. Existe evidencia de que las mujeres a menudo reciben diagnósticos y tratamientos diferentes en comparación con los hombres para problemas de salud similares; esto podría influir en la prescripción de estimulantes y otros medicamentos que podrían ser utilizados fuera de indicaciones médicas. Además, las mujeres pueden tener un acceso más fácil a productos farmacéuticos debido a que son más propensas a buscar ayuda médica para problemas de salud, incluidos el estrés, la fatiga y otros síntomas que podrían llevar al uso de estimulantes.
Otro factor son las dinámicas de poder y género en las relaciones, ya que pueden desempeñar un papel importante en el uso de sustancias. La presión social, la influencia de la pareja o familiares, así como las relaciones abusivas o coercitivas, pueden contribuir a que una mujer comience a consumir drogas.
Desde Sociedad Educadora, sabemos que la inclusión de la perspectiva de género es un aspecto crítico para avanzar en la efectividad de los programas de prevención y constituye un criterio de calidad básico exigible a cualquier programa destinado a prevenir el consumo de drogas.