Las necesidades mínimas son guantes, cubrebocas quirúrgicos, batas desechables y caretas. La cantidad crece todos los días pero el recurso para adquirirlos es muy escaso.
Este ha sido uno de los obstáculos a la que se han enfrentado desde hace año y medio, los profesionales de la salud que fueron sorprendidos por la pandemia de COVID19 sin el equipo mínimo para protegerse.
La problemática de los médicos y enfermeras llegó a oídos de Lourdes Álvarez, una madre de familia que se enteró de los esfuerzos que realizaba Estefania, una enfermera amiga de su hija, para mitigar el alto riesgo de contraer COVID-19.
En aquel momento, casi una tercera parte del sueldo de Estefanía se destinaba a adquirir el equipo y aunque Lourdes atravesaba su propia crisis económica, también ocasionada por la pandemia, no quiso quedarse de brazos cruzados.
«La idea de ayudar Estefanía fue porque estaba teniendo muchos problemas con el material para protegerse, ya que era muy costoso y no se los estaba proporcionando el hospital », recuerda la madre de familia.
«No tenemos dinero, pero sí tenemos muchos amigos» pensó Lourdes y de inmediato comenzó a organizar una colecta que logró juntar miles de pesos con los que no sólo se ayudó a Estefanía, sino al resto de sus compañeros.
La colecta se realizó mediante una cadena de WhatsApp entre amigos y familiares, los depósitos comenzaron a llegar desde los 100 pesos pero también hubo quienes donaron más de 700 pesos.
A pesar de que Lourdes se ha visto afectada por la llegada de la pandemia con una baja en sus ingresos económicos, está convencida de que ayudar en estos momentos es algo que todos deberíamos hacer.
«Aunque digamos yo no tengo dinero, no puedo comprar, no puedo salir, siempre habrá formas, por más pequeño o sencillo que parezca. Lo que nosotros hicimos fue muy pequeño, solo ayudamos a un grupo pequeño de personas pero eso era lo que estaba en nuestras posibilidades».
Estefanía, al ver la respuesta positiva que se tuvo y lo recaudado, decidió compartirlo con algunos de sus compañeros para que también se vieran beneficiados con el apoyo y pudieran trabajar en mejores condiciones.
«Fue algo que los puso muy contentos y sintieron que no estaban solos en esto», comentó Lourdes.
Actualmente Estefanía sigue laborando, es enfermera en el área de cirugía y traumatología del hospital ISSSTE en Culiacán, su trabajo se convirtió de alto riesgo desde la llegada del virus COVID-19 a la ciudad. Las carencias de equipo de protección hicieron que todos los días fuera a trabajar con el temor de ser contagiada ya que este hospital recibe una gran cantidad de pacientes.
Texto: Emma Leyva / Ilustración: Martha Rivera / Edición: Miriam Ramírez