Con la llegada de la pandemia del COVID-19, la medicina y los hospitales aplicaron criterios bioéticos para su toma de decisiones en casos de medicina crítica; pero a nivel social hay un cambio más notorio en ética, uno en donde se pondera el bien común por sobre el individual. No es una cuestión generalizada, pero sí una conciencia que va cobrando mayor fuerza.
De acuerdo con el Dr. Edgar Madrid, Docente de la Escuela de Ciencias Sociales y Humanidades en CETYS Tijuana, el bien común tomó más relevancia en las actividades cotidianas que se llevan a cabo en espacios públicos. Ejemplo de ello, es el caso de usar cubrebocas. Este uso, se sabe que permite cuidar el bien de toda la comunidad y por ende, es de entender que aquellos que no lo usen, socialmente no son bien vistos.
“Puede ser que no creas en la pandemia, pero para ir a trabajar debes usar un cubrebocas, lo tenemos que integrar quieran o no, porque es una cuestión social. Hemos visto que se ha puesto sobre la mesa temas como el cuidado, la alteridad, el bienestar del otro… Estos temas dejan muy claro que empezamos a darnos cuenta de la fragilidad que nos caracteriza como seres humanos y que no estamos separados de los demás, que somos comunidades y debemos cuidarnos como comunidad”, comentó el académico.
Sobre las posturas de resistencia e individualismo, hay ejemplos como el de las personas que se resisten al uso del cubrebocas o a la vacunación. Sin embargo, el académico enfatiza la idea de que por tratarse de un acontecimiento social de tan grande magnitud, este grupo de personas se va integrar de forma diferente.
“Portar un cubreboca, tarde o temprano se convierte en una parte más de las telas, del ropaje diario con el que cubrimos nuestro cuerpo; después, el uso de éste será como portar bufanda o un pañuelo en el bolsillo de un saco; pero por lo pronto lo usamos por el bien de todos”, expuso el profesor de CETYS Universidad en Campus Tijuana.
Lo mismo ocurre con la concurrencia a establecimientos privados o eventos, si bien existen normas por parte de las autoridades, también hay “recomendaciones”, sujetos a criterio ético de cada persona; pero que, conforme la situación de riesgo cambia, la exigencia social podría ser el factor para que se implemente, por el bien de la comunidad. Es decir, los criterios que ahora comienzan a tener un rostro jurídico, también se refuerzan con las exigencias de la moral comunitarista. Como en los casos en que se les pide a las personas el guardar la sana distancia, o el portar el cubrebocas.
Países como Francia han implementado medidas más severas que ponen en jaque a las personas antivacunas que se han resistido a esta medida con el pase de vacunación y que permite a sus ciudadanos el uso de espacios públicos a diferencia de los que rechazaron la medida sanitaria.