Al entrar en su oficina, llaman la atención los veleros en miniatura, dibujos, pinturas y hasta libros dedicados al tema. De ahí surge la pregunta:
¿Por qué le gustan los veleros?
Tuve uno y navegué durante 15 años. Lo que me hacía sentir era libertad, la capacidad de tener dirección. Puedes llegar a un destino con dos cosas que no controlas: el mar y el viento. Es como la vida, a veces hay que sacarle la vuelta a algo para poder llegar al punto que uno quiere.
Responde Jesús Hernández Rubio, fundador y presidente del Consejo de Bisoft. El barco se llamaba Vortex y no fue un simple pasatiempo, pues estudió para convertirse en patrón de yates, acumuló manuales de navegación y dedicó buena parte de su tiempo a ese mundo. Esa idea de navegar con rumbo, aunque el entorno sea incierto, ha marcado también su historia empresarial.
Izando velas
En 1988, al salir del Tecnológico de Monterrey, campus Sinaloa, con el título de Ingeniero en Sistemas Computacionales, Jesús Hernández ya acumulaba cuatro años de experiencia programando para empresas locales. Ese año fundó Sistemas Computacionales Sistecom, antecedente de lo que hoy es Bisoft. Era un tiempo de transición, porque las minicomputadoras y mainframes dominaban el entorno corporativo, mientras las PC apenas se incorporaban a los negocios.
“Una computadora sin sistema era prácticamente un mueble inservible. Yo sabía que iba a dedicarme a programar”, recuerda.
Sus primeros desarrollos fueron como ladrillos que cimentaron una carrera: un sistema de nómina agrícola para Agrícola Fontes, un software de control hotelero para Hoteles Francis y un sistema de facturación para Renovallantas. Todo programado en lenguajes que hoy parecen lejanos, como Basic y Pascal.
“Yo empecé programando, pegando ladrillos. Fue la época del C++, complicada, pero formativa”, comenta.
En ese ecosistema emergente coincidió con empresas pioneras en la región como Atsin, de Ignacio López y Manuel Clouthier, que vendían equipo de cómputo y desarrollaban software. También trabajó proyectos con corporativos como Coppel, Almacenes Zaragoza y algunas agrícolas sinaloenses, mientras perfeccionaba lo aprendido en las aulas. Esa mezcla de teoría y práctica fue, como el viento en la vela, el impulso inicial para emprender.
Al inicio emprendió con algunos amigos para incorporarse después a Audiogram, donde tuvo como primeros socios a José Lichter Salido y Roberto Soltero Acuña, en un negocio que comenzó enfocado en audio, pero que pronto derivó en la venta de equipo de cómputo. Ahí tuvo un giro importante, pues pasó de ser desarrollador a asumir la invitación de convertirse en gerente, lo que lo llevó a dedicarse durante varios años a la venta de computadoras, accesorios y consumibles, mientras también impulsaba un negocio de desarrollo de software llamado Génesis del Pacífico.
Posteriormente migró hacia el área de equipos empresariales, uniendo Audiogram con esa línea y vendiendo sistemas como el AS400, Sistema 36 y RS6000, con gran éxito gracias al software que desarrolló primero para Banco Banoro, y que más tarde, tras la nacionalización bancaria, adquirió Bancrecer. Lo que parecía una pérdida de contrato terminó siendo una gran oportunidad, pasó a trabajar a nivel nacional cuando apenas tenía 28 años, incursionando en ligas mayores. Sin embargo, la ruta tuvo marejadas, con la crisis de 1994 llegó el golpe más duro, “y como dice la canción de Emanuel, todo se derrumbó”.
Tras el auge inicial, la crisis lo dejó sin ingresos, sin gasolina en el coche (un Chevrolet Cutless) y con el refrigerador vacío.
“De tener mucho, pasé a no tener nada. Mis amigos se fueron a Canadá a buscar oportunidades, yo me quedé aquí. Fue una decisión difícil”.
Incluso, desarrolló un software de administración escolar como forma de pago de la colegiatura de su hija. No obstante, Con el apoyo de socios y clientes, retomó el rumbo. Uno de los proyectos importantes fue el sistema para la Junta de Agua Potable de Navolato, que abrió paso a nuevos contratos. Cada paso era, como en el mar, aprovechar una corriente para seguir adelante.
La diversificación fue otra etapa importante. Bisoft incursionó en soluciones para empresas agrícolas, un sector vital en Culiacán y cuyo primer empresario que le abrió la puerta fue José Enrique Rodarte Salazar; en librerías, tiendas de ropa y hasta en el negocio inmobiliario con desarrollos para Impulsa Inmuebles. Sin embargo, el gran viraje estratégico llegó a mediados de los años 2000.
“Tuve que decidir entre seguir con muchas soluciones o enfocarme en el mercado que ya representaba más del 50% de nuestros ingresos: las farmacias. Esa decisión fue clave, porque nos permitió especializarnos”.
Primero con Farmacia Lux, luego con cadenas que extendieron el alcance del software a nivel nacional. A partir de ahí, la compañía se consolidó como líder en soluciones de gestión para farmacias, posicionándose hoy como la mejor opción en América Latina en ese segmento.
Alianzas que marcan el rumbo
Jesús Hernández explica que una de las grandes fortalezas de Bisoft radica en las alianzas estratégicas. La empresa ha logrado construir relaciones con actores de peso como PLM, Vitamedica, CloseUp y NoBlock, además de proveedores de servicios como recargas de tiempo aire y tarjeta, que fortalecen la propuesta de valor de su software. No se trata únicamente de un sistema de gestión, sino de una plataforma integral que conecta a la farmacia con un ecosistema más amplio de servicios.
Un componente esencial en esta estrategia es la Universidad Bisoft, un espacio de formación donde se capacita y certifica al personal de las farmacias en el uso del software. Los cursos se diseñan según el rol de cada usuario, cajeros o administradores, y se actualizan constantemente para responder a los cambios regulatorios y a las mejoras de la propia herramienta.
“Nuestros clientes pueden estar seguros que la gente que aprobó el examen puede operar nuestras soluciones de forma completa”, comenta Jesús Hernández.
Y agrega que en un sector donde los procesos abarcan desde la emisión de facturas hasta la cancelación de ventas y los cortes de caja, contar con personal certificado representa una ventaja competitiva.
El tanque de oxígeno
El mercado farmacéutico es de márgenes reducidos y alta competencia. En promedio, una farmacia obtiene entre 2.5% y 4% de margen neto sobre sus ventas. Farmacias Guadalajara, por ejemplo, alcanza el 4.09%, considerado uno de los más altos en México. Bisoft promete a sus clientes aumentar al menos dos puntos adicionales en rentabilidad, lo que significa un incremento global del 50% en sus ganancias, “un tanque de oxígeno para cualquier farmacia”, afirma Jesús Hernández.
La clave está en la capacidad de sus soluciones para optimizar las compras, mantener inventarios equilibrados y garantizar que nunca falte mercancía en el punto de venta. El software identifica proveedores con mejores precios, descuentos, condiciones de crédito y rotación de productos, lo que asegura mayor rentabilidad. Con este modelo, las farmacias logran recuperar la inversión en un plazo máximo de ocho meses.
Bisoft ha desarrollado dos productos principales que responden a segmentos distintos del mercado. Pharmacy Soft está dirigido a las cadenas regionales de farmacias Aproximadamente una de cada cuatro farmacias de este tipo en México es cliente de la compañía. Por su parte, Pharmacy Light nació para atender al universo de farmacias pequeñas e independientes, que representan cerca de 26 mil de las 42 mil farmacias existentes en el país, es decir, más de la mitad del mercado. Esta solución responde a necesidades específicas de negocios con menor estructura, pero con alto potencial de crecimiento, y les permite evolucionar de forma escalonada hasta llegar a un nivel en el que puedan migrar a Pharmacy Soft. Con estas dos alternativas, Bisoft cubre prácticamente todo el espectro farmacéutico nacional, desde los pequeños negocios familiares hasta las cadenas con decenas de sucursales.
Navegar más allá de México
Actualmente cuenta con más de 2,500 farmacias clientes en total. Están en 46 cadenas en el país, en Panamá trabaja con 27 farmacias, en Guatemala con más de 180 y en República Dominicana con alrededor de 50. Durante siete años también operó en Argentina, donde finalmente decidió aliarse con su competidor más grande para adaptarse a las condiciones del mercado. Hoy, el siguiente destino en el radar es Brasil, un país que duplica el tamaño del mercado mexicano y que representa una oportunidad estratégica para los próximos años.
El impacto económico de la compañía trasciende el número de clientes. En Culiacán, donde se encuentra su sede, Bisoft emplea a 63 colaboradores con un salario promedio cercano a los 30 mil pesos, muy por encima del promedio regional, pues de acuerd con Jesús Hernández, lo más valioso no es solo la cantidad de empleos, sino la calidad. Además, la empresa ha construido una cultura corporativa sólida, con un promedio de permanencia de 15 años y casos de colaboradores con más de dos décadas en la organización. El vínculo con universidades locales como la UAS y la Universidad de Occidente le permite captar talento joven mediante prácticas profesionales y servicio social, asegurando un relevo generacional que fortalece su estructura.
El siguiente puerto
El futuro de Bisoft está marcado por la incorporación de inteligencia artificial y automatización. La empresa ya utiliza bots de atención al cliente en WhatsApp, lo que multiplica su capacidad de soporte y libera al personal humano para casos más complejos. El próximo gran paso será la unificación de sus dos productos en una sola solución, más flexible y escalable, que pueda adaptarse como piezas de Lego, desde la farmacia independiente hasta la gran cadena, y que además pueda servir a otros sectores.
Jesús Hernández visualiza la diversificación como una forma de regresar al origen. Si en un inicio desarrollaba software para distintos rubros, ahora busca que la nueva plataforma también pueda implementarse en tiendas de autoservicio, departamentales, boutiques o abarrotes.
Más de tres décadas después, Bisoft ha acompañado la digitalización de negocios en el noroeste, que hoy se enfrenta a los nuevos vientos de la inteligencia artificial.
“Antes había miedo de que la computadora quitara empleos; ahora pasa lo mismo con la IA. Pero no se trata de desaparecer trabajos, sino de transformar la forma en que los hacemos”.
Hoy, Jesús Hernández se mantiene al frente del Consejo, pero más volcado en el aprendizaje y la exploración de nuevas tendencias, como lo hacía con los manuales de navegación. Su reto personal es seguir vigente, compartir conocimiento y mantener el rumbo firme.











