En México, cada año nacen más de 700 bebés con mielomeningocele, una forma severa de espina bífida que puede dejar secuelas permanentes como parálisis o hidrocefalia. Sin embargo, menos del 10% de esos bebés reciben la cirugía fetal que podría mejorar significativamente su calidad de vida. ¿Por qué tan pocos? La falta de detección oportuna, recursos económicos y personal médico capacitado son solo algunos de los obstáculos. Frente a este panorama, una mujer decidió cambiar las reglas del juego desde Sinaloa.
Se trata de la doctora Leticia Lara Ávila, pionera en cirugía fetal en el estado y fundadora de la clínica Salud Fetal, con sede en Culiacán. Su historia comienza en Nayarit, donde estudió medicina antes de trasladarse a Sinaloa gracias a una beca de la Universidad Autónoma de Sinaloa para especializarse en ginecología. Fue durante su formación cuando un encuentro con un médico fetal despertó en ella una inquietud profunda, ayudar a los bebés desde antes de nacer.
“Siempre pensé en hacer algo por los bebés, no solo dar malas noticias. Crecí con mi papá en silla de ruedas y cuando supe que se podía corregir la espina bífida en el útero, decidí que eso era lo mío”, cuenta la doctora.
Una misión que empieza desde la raíz
La medicina fetal es una subespecialidad relativamente nueva que permite detectar y tratar defectos congénitos desde el vientre materno. La doctora Leticia Lara cursó su formación en el Instituto Nacional de Perinatología y más tarde formó parte de la primera generación de cirujanos fetales reconocida en México, en 2018.
En 2021, realizó la primera cirugía fetal en Sinaloa para corregir un caso de espina bífida. Desde entonces, su equipo ha intervenido a 12 bebés con este mismo padecimiento, además de realizar otras intervenciones complejas en embarazos gemelares y malformaciones pulmonares o torácicas.
Un centro regional que salva vidas
La clínica Salud Fetal se ha consolidado como un centro regional de referencia en medicina fetal. A pesar de no contar con alianzas gubernamentales ni apoyo institucional, el equipo liderado por la doctora Leticia Lara ha logrado realizar cerca de 30 cirugías fetales en un solo año, operando principalmente con recursos privados y apoyo de fundaciones.
“Casi todas las pacientes que atendemos son de bajos recursos. Tratamos de que la economía no sea una limitante. Si la paciente no puede pagar, buscamos alternativas, tocamos puertas. Hasta ahora, ninguna se ha quedado sin operar por falta de dinero”, afirma.
Uno de los principales retos ha sido formar un equipo altamente capacitado.
“Las cirugías no las hago sola. Necesito anestesiólogos, neurocirujanos pediátricos, psicólogos. Todos han tenido que capacitarse fuera del estado, en Querétaro y Guadalajara”, explica.
Otro desafío clave es el diagnóstico oportuno, que debe hacerse entre las semanas 18 y 20 del embarazo, idealmente antes de la semana 26 para que sea posible la intervención.
A pesar de los retos, los resultados clínicos han sido notables. De los 11 bebés con espina bífida operados hasta la fecha, cinco ya están en etapa de marcha, y ninguno ha desarrollado hidrocefalia, una de las complicaciones más comunes de este padecimiento.
“En el mundo, cuando no se opera prenatalmente, 9 de cada 10 niños desarrollan hidrocefalia. Con cirugía fetal, solo 1 de cada 10 la presenta. Nosotros hasta ahora hemos tenido un 0% de casos con válvula”, destaca la doctora con orgullo.
Falta de políticas públicas
Aunque Salud Fetal ha abierto camino, la falta de integración de estas cirugías en el sistema público de salud sigue siendo una barrera. La doctora ha buscado acercamientos con instituciones gubernamentales que deseen sumarse a estas acciones.
“Lo ideal sería que esto ya fuera un servicio de salud garantizado, porque los defectos congénitos afectan al 5% de los nacimientos y muchas veces se podrían prevenir o tratar a tiempo”, explica.
Más que ácido fólico
Aunque popularmente se asocia la espina bífida a la falta de ácido fólico, la doctora enfatiza que la realidad es más compleja.
“Las latinas tenemos una mutación genética que impide absorber bien el ácido fólico. No es culpa de las mamás. Además, nuestra alimentación es pobre en nutrientes, muy calórica y poco equilibrada”.
Por eso, además de operar, su labor incluye educación médica continua, organización de diplomados y formación de médicos en todo el estado. En 2009, ella era la única médica fetal en Sinaloa; hoy hay especialistas también en Mazatlán, Los Mochis, Guasave y Guamúchil.
Una mujer, un sueño, una diferencia
Lo que comenzó como una inquietud personal se ha transformado en un movimiento de cambio en favor de la vida prenatal en el noroeste de México. La doctora y su equipo han demostrado que es posible transformar el futuro de un bebé antes de nacer.
“Esto no es caridad, es justicia médica. Si tenemos el conocimiento y la tecnología, no podemos permitir que un bebé no reciba ayuda solo porque su familia no puede pagarla”, concluye.