Hay oficios que se aprenden con los años, en la universidad o en el campo. Pero hay otros, como el de construir familias y sueños, que se aprenden desde el corazón, mirando, acompañando, equivocándose y levantándose juntos.
Así ha sido la historia entre el Ing. José Ramón Moreno Gallegos y su hijo, el Arq. José Ramón Moreno Enríquez. Dos generaciones unidas no solo por la sangre, sino por los planos, el concreto, los sueños y los valores que dan forma a Inderson Construcciones, una empresa con más de 25 años de trayectoria dedicada a la obra pública, privada y especialmente a la construcción de vivienda residencial.
Desde que era niño, el pequeño José Ramón jugaba con legos, castillos y casas en miniatura. Y cada vez que terminaba una estructura, miraba a su padre y le decía convencido, “Papá, de grande yo voy a construir casas”.
Años después, aquel niño ya no jugaba con bloques, sino que acompañaba a su papá en recorridos por obra, aprendiendo a cuantificar generadores y entendiendo lo que significa construir desde cero. Así, ladrillo por ladrillo, creció también el vínculo entre ambos.
Los recuerdos que más los marcan no tienen que ver con contratos o premios, sino con momentos compartidos fuera del trabajo. El papá que observaba emocionado cada competencia de atletismo de su hijo; y este último que admiraba en silencio al hombre que nunca faltaba a sus juegos ni a sus tropiezos. Porque en la cancha, como en la vida, aprendieron que a veces se gana y a veces se pierde, pero siempre se aprende.
En su relación, el respeto ha sido el cimiento más fuerte. Aunque a veces difieren, como en cualquier proyecto arquitectónico, han aprendido a escucharse, a valorar la experiencia del padre y la frescura del hijo. Uno aporta la visión del tiempo, el otro, las ideas del presente. Juntos, forman un equipo sólido que construye no solo estructuras, sino también confianza y legado.
Hoy, comparten mucho más que un apellido, comparten decisiones, planos, tradiciones familiares y hasta gustos musicales. En medio de las responsabilidades, siempre hay tiempo para un asado juntos, para un concierto o una conversación profunda que deja enseñanzas.
El Ing. Moreno Gallegos ha entendido que ser padre también es ser guía en la empresa, y que liderar implica escuchar, negociar y tomar decisiones con empatía. Lo mismo en casa, entender que cada miembro de la familia tiene su forma de ser, su ritmo, y que el amor, como un buen proyecto, se construye con paciencia y dedicación.
El Arq. Moreno Enríquez, por su parte, agradece no solo los conocimientos técnicos que ha heredado, sino algo mucho más valioso: la resiliencia, la pasión por lo que se hace y el amor incondicional hacia los suyos.
El legado que ambos comparten está también en las personas que han tocado, en los colaboradores a los que han formado, en los hijos a los que han inspirado. Porque como bien dice una de sus frases favoritas: “El verdadero legado no es solo el que construyes, sino lo que dejas en las personas que amas”.
Si tuvieran que resumir su relación en una palabra, uno diría “respeto”, el otro “compañeros”. Y es que eso han sido compañeros de vida, de proyectos, de momentos difíciles y de celebraciones. Compañeros que han sabido construir juntos una historia que no necesita ser perfecta, pero sí profundamente humana.
En este Día del Padre, lo celebran como quienes se miran desde un andamio distinto, pero con la misma mirada de orgullo. Como quien entiende, por fin, que el tiempo, los consejos y el cariño fueron los planos más valiosos de toda la vida.