La historia comienza en Las Conchas, Chihuahua, lugar de origen de Doña María Ochoa. Posteriormente, su familia se trasladó a Navojoa y, más tarde, a Hermosillo, Sonora. Fue en 1954, en el tradicional barrio de Villa de Seris, donde Doña María comenzó a preparar empanadas en casa, usando su pequeño horno familiar.
Una amiga española, llamada Agustina, le compartió la receta de la “coyota” original, un postre de hojaldre típico de España. Inspirada por esta idea, Doña María decidió experimentar, eliminando el hojaldre y perfeccionando la receta hasta dar con una versión única y deliciosa, convirtiéndose así en la pionera en crear las coyotas sonorenses. Al principio, las hacía únicamente para su familia, pero su sabor inigualable empezó a trascender.
La popularidad de las coyotas creció cuando Alfonso Durazo, propietario del restaurante Xochimilco, le pidió a Doña María que las preparara como postre para su menú. El éxito fue rotundo; pronto todos querían saber dónde conseguirlas. La demanda creció tanto que la familia construyó tres hornos en casa para poder abastecer los pedidos.
El momento cumbre llegó cuando Raúl Velasco, en su famoso programa México, Magia y Encuentro, entrevistó a Doña María, dando a conocer las coyotas a nivel internacional. Desde entonces, el negocio familiar vivió un boom que lo catapultó a la fama.
Hoy en día, Coyotas Doña María celebra 70 años de tradición, siendo un negocio familiar que ha sabido mantenerse fiel a la receta original de Doña María. El legado continúa, ofreciendo no solo coyotas, sino también un espacio cálido con cafetería donde se sirven desayunos de lunes a sábado, incluyendo menudo los sábados, además de una tiendita de artesanías que complementa la experiencia.