Muchas familias con un integrante adicto, esperan este mes de enero para ver cumplir la promesa de ingresar a rehabilitación, ante lo cual, hay quienes lograrán cumplirla, lo que, a la familia sin duda alguna, les restaurará la confianza y la esperanza, sin embargo, hay otro porcentaje significativo de personas con adicción que, debido a la misma, su promesa quedó solo en promesa, una más dice la familia, en su recorrido por esperar que la situación cambie y una más, que la familia se siente engañada de haber creído y por ende, enojada y desesperada al ver que las cosas no cambiarán.
Desde el enojo, es difícil de entender, pero, en el momento que el familiar adicto prometió, no significa siempre que estuviera manipulando o engañando a la familia, pues muchos en el momento de la promesa, tuvieron toda la intención de hacer las cosas distintas, mientras que otros, en el momento de lanzar la misma, estaban convencidos que la cumplirían en tanto que sostenían la creencia (inherente a la dinámica de su adicción) que todavía conservan control de su consumo y así, cuando ellos decidan, lograrían parar.
Sin embargo, con la idea de que, es la última navidad o fin de año que festejaré con consumo, aprovechan y justifican su exceso para despedirse del mismo, mientras que la adicción por su parte sigue avanzando, en consecuencias, en daños y/o en perdidas, de entrada, haber roto la última promesa y con esto, aumenta el deterioro en el sistema familiar, pues hay quienes aún todavía no regresan a casa y otros tristemente ya no regresarán…
Mientras tanto la familia, hemos visto en Comunidad de Sinaí que, conforme la adicción va progresando, por ejemplo, va en aumento las cantidades de consumo, las frecuencias del consumo, los accidentes automovilísticos, deudas, expulsiones de escuelas, faltas de respeto, transgresión en los horarios permitidos para regresar a casa, robos, hospitalizaciones, riñas, etc., también la familia desarrolla a la par de manera progresiva un aumento en la tolerancia de todo lo anterior mencionado, misma tolerancia que nos indica que la familia llegó a situaciones, de reacciones, de comportamientos y de intentos por evitar que su adicto se pusiera en peligro con el consumo, que la familia misma, no solo no imaginó que llegarían a vivir, sino que incluso llegaron a creer que ellos nunca llegarían a tal situación y sin embargo, ya llegaron.
En este mismo recorrido progresivo que la familia ha experimentado, mientras más ha escalado, la familia comienza a desarrollar también, un pensamiento obsesivo por su adicto, el cual le impedirá voltearse a ver y terminará en un abandono de sí mismo, a no ser que la familia busque ayuda sin esperar a que primero el adicto se decida a internar, pues cuando la familia logra entrar en recuperación la dinámica cambia, de hecho el peso de las promesas y de otras palabras con las que el adicto argumenta, negocia, justifica o incluso reprocha, también cambian, entre las cosas que cambian es que, la familia, logra separar la enfermedad de la adicción de la persona de su familiar, pues cierto es que tiene una adicción, pero la adicción nunca define a la persona. Logra la familia al conocer la adicción, poder identificar los comportamientos que son propios de ésta y separarlos de su familiar, al punto que la familia cambia su manera de escuchar, al poder escuchar ahora cuando aparece la adicción y creer en lo que ve y ya no, en lo que sus oídos antes solo querían oír, para lograr así conseguir un momento de tranquilidad, aunque fuera la tranquilidad del momento.
La familia ahora ya no cree en las palabras bajo las cuales se presenta la adicción, cree en lo que ve y desde ahí toma una posición distinta que le permite ser firme al irse también fortaleciendo a medida que avanza en su recuperación y con esto, en la recuperación del control de sus propias decisiones, pues cierto es también que, son muchos los casos en que no podemos esperar a que el familiar en su adicción tomé la decisión de internarse, pues en la espera, llegan a ocurrir consecuencias irreversibles, mientras que por su parte la adicción no le permite al familiar en cuestión reconocer que necesita ayuda y aceptar la misma y aquí, es donde la familia viene a darle ese empujón que necesita para ingresar a un internamiento. Si tu como familiar, no logras escuchar y diferenciar la adicción de la persona de tu familiar adicto y, no te sientes con la firmeza para tomar las decisiones adecuadas para ti y tu familia, acércate a Comunidad de Sinaí, te podemos ayudar y tenemos además un programa adecuado para ti.