Cada inicio de año representa la inmejorable oportunidad de redirigir la mirada hacia nuevos aprendizajes y nuevos encuentros, ya sea con nuestros semejantes, o en estos tiempos tan complejos, con uno mismo. En este sentido, un nuevo ciclo comienza para el Museo de Arte de Sinaloa, a estragos de lo acontecido por la pandemia, el museo regresa nuevamente con las medidas de sanidad para dar continuidad a tres proyectos artísticos, “Azul profundo, diálogo entre veladuras”, de Guadalupe Aguilar, “Ser absoluto río, diálogos con el agua y el dibujo”, de Brenda Castro y “Abonar al césped”, de Ling Sepúlveda, proyectos que desde su respectiva narrativa y ejecución técnica invitan a este encuentro que conlleva conexiones entre el arte, el público y el contexto social que se vive actualmente en Sinaloa.
En la sala principal del museo, la exposición de Guadalupe Aguilar “Azul profundo, diálogo entre veladuras”, se materializa en una instalación a gran formato que bajo el hilo conductor del agua, convive en un ir y venir constante con la obra del maestro acuarelista Edgardo Coghlan, artista perteneciente al acervo de la Colección ISIC – MASIN. El planteamiento de reunir a dos épocas, dos artistas y dos técnicas diferentes en una sola muestra, reside en propiciar la re significación del paisaje marino, elemento contundente para hablar de la configuración de quienes lo habitamos, cómo lo habitamos, las alteraciones que ha sufrido a lo largo del tiempo y la privación de su goce durante el confinamiento. El atractivo de la muestra yace en la contemplación del paisaje visto desde dos perspectivas; por un lado la de Coghlan, al tratarse de acuarelas podemos echarnos un clavado a la época moderna del siglo XX, a revisar detenidamente la maestría con la que plasmo las playas de Mazatlán y el estero del Maviri en Los Mochis, mientras que Guadalupe, invita a voltear la mirada hacia el techo de doble altura de la sala, para distinguir las diferentes formas que toma el agua, petrificadas en parafinas de color en cada una de sus herrerías circundantes, evocando a una sensación de encontrarnos inmersos en los mares del Pacífico.
“Ser absoluto río, diálogos con el agua y el dibujo”, de Brenda Castro indaga entre espacio público, naturaleza e individuo. En sala se desencadenan una serie de dibujos intervenidos con agua, cera, plumón, lápiz y acuarela, mismos que toman las paredes, techo y piso del museo, en referencia a esta cualidad implacable que tiene la naturaleza de encontrar y adueñarse de recovecos, misma que se ve reflejada en el tejido social de la ciudad, así como en las riveras de los ríos Humaya, Tamazula y Culiacán que atraviesan la capital del Estado. El agua también juega un papel importante dentro de esta muestra, al fungir no solo como el catalizador de la acuarela, sino como el de la vida misma. Una conexión más surge a partir de jugar al golf en “Abonar al césped”, de Ling Sepúlveda, práctica, que en breve paréntesis, ha sido protagonista de memes políticos en cuanto a la diferenciación de clases. Mencionado esto, el artista convierte la sala en un campo de golf comparándolo con el gremio del arte, donde el ingenio, la habilidad, la disciplina y el flujo constante del capital económico lo mantienen activo cualquier otro oficio.
Darse la oportunidad de un encuentro con el arte en espacios como el museo, radica en lo que Goethe define como en mediar con lo inexplicable. Es indispensable recordar que para visitar las exposiciones del MASIN, es obligatorio el uso de cubre boca dentro del museo, así como atender los protocolos de sanidad marcados por Protección Civil. Su horario de sano retorno continúa siendo de martes a viernes de 11:00 a 17:00 horas y sábado de 11:00 a 16:00 horas.
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