“Con la pandemia, las empresas y los trabajadores se vieron en la necesidad de hacer cambios abruptos e inesperados. Las estructuras organizacionales se trastocaron, se modificaron roles, rutinas y se empezaron a hacer múltiples actividades dentro de un mismo espacio, con una línea muy diluida para separar la vida personal de la laboral”, señala la experta en Inteligencia Emocional, Patricia Figueroa.
Tener el estrés constante del riesgo de contagio, la presión económica por reducción o pérdida de ingresos, la escuela en casa, la tristeza de perder a un ser querido, el aumento de las jornadas laborales, son algunos de los factores que han propiciado el desgaste físico y emocional de los trabajadores, comparte la Directora Ejecutiva de Más Nivel.
Con todo lo anterior, se han interrumpido abruptamente muchas oportunidades sociales importantes para la salud física y psicológica, aumentado los niveles de estrés en todas las profesiones o colectivos, pero sobre todo en aquellos que teletrabajan, provocando en ellos un desgaste emocional crónico o también llamado Síndrome de Burnout.
Cuando hablamos del Burnout identificamos tres aspectos clave según la OMS, explica la especialista: Sentido de agotamiento o debilidad, sobre todo a nivel mental porque existe una desarmonía entre las actividades y los recursos que se tienen disponibles, sumado a la demanda de tiempo. Otro es el aumento en el aislamiento del trabajo, cinismo o sentimientos negativos relativos al trabajo, pues no hay una conexión con las actividades que se realizan o con los compañeros de trabajo. El tercero se refiere a una baja en la efectividad profesional, que se expresa en ese sentimiento de ineficiencia porque se puede trabajar cada día con esfuerzo pero no lograr nada, que ocurre cuando no hay claridad en las reglas y la retroalimentación con los equipos es nula.
Las personas han desarrollado una anhedonia conductual, con lo que pierde la capacidad de disfrutar de sus actividades, y así sucede porque están bajo un largo período de estrés crónico e impredecible. Por ello, se vuelven letárgicos y muestran falta de interés, y obviamente eso juega un papel muy importante en la productividad.
Desconexión emocional
Muchas personas han sentido que viven en una especie de niebla continúa, una alusión a la incertidumbre, provocada por esta lucha por contrarrestar los cuadros de depresión y ansiedad, de ver cómo las predicciones de los expertos y los objetivos cambian constantemente. Y en estas circunstancias, el mayor desafío es sentirnos conectados, seguros y ser capaces de comunicarnos de manera efectiva con nuestros compañeros aún con estas adversidades, pues la ineficiente comunicación, incluso con las herramientas tecnológicas que permiten una gestión de recursos adecuada desde la distancia, ha contribuido a acentuar el Síndrome de Burnout, al no sentirnos acompañados, sin valores que nos vinculen, sin unión ante la incertidumbre.
Ante esto Patricia Figueroa menciona que “las interacciones se siguen dando en diferentes formatos de manera remota, quizá lo que hace falta es tener mayor calidad en las interacciones. Somos seres relacionales. De acuerdo con el modelo del Dr. Seligman de la universidad de Harvard, uno de los componentes de la felicidad son las relaciones interpersonales significativas. Tenemos la necesidad de sentirnos conectados con otras personas y hoy en día plataformas como Zoom, creadas para conectar personas en diferentes locaciones, han creado mayor desconexión emocional entre los equipos de trabajo. Como en todo, hay ventajas y desventajas, pérdidas y ganancias. Las videoconferencias nos han enseñado que no es necesario estar presente físicamente para tener juntas productivas, pero también han ayudado a que la desconexión emocional de los empleados aumente y disminuya la motivación y la productividad”.
Aceptación y aprendizaje
Es verdad que el estrés puede ser bueno si se experimenta de una manera controlada. Especialistas en el sector salud han señalado que cuando se mantienen en unos niveles adecuados, las respuestas de estrés ayudan a la persona a concentrarse mejor e incluso a ser más productiva. Pero al superar esos niveles, por intensidad o duración, producen un efecto adverso, se convierten en bloqueadores, en generadores de malestar.
Es importante que tanto empresas como trabajadores sean conscientes de que el estrés estará presente a lo largo de la vida. La mejor manera de evitar un daño mayúsculo es la aceptación, y a partir de este reconocimiento generar la mejor manera de sobrellevarlo.
“Más que combatir, creo que el foco debe de estar en tomar el aprendizaje. Identificar qué aprendo de esta situación y qué puedo hacer diferente para estar mejor. Cuando lo vemos de esta manera nos alineamos más con la oportunidad de crecer y no gastamos tanta energía en pelear o combatir con lo que ya está. Concentrarme en lo que sí quiero y no en lo que no quiero”, apunta Patricia Figueroa.
¿Qué podemos hacer como trabajador y como empresa?
La experta en gestión emocional nos comparte la mejor manera de actuar ante el Síndrome de Burnout o desgaste emocional:
Establecer un horario laboral y respetarlo en la medida de lo posible. Tanto el empleador como el empleado. Es importante que trabajador se pueda desconectar de su vida laboral para atender su vida personal.
Evitar hacer varias tareas al mismo tiempo, ya que disminuye la capacidad de concentración. Hacer ejercicios de atención plena o mindfulness que les ayuden a desarrollar su capacidad de enfoque.
Redistribuir las actividades del hogar entre los integrantes de la familia, para evitar que recaigan en una sola persona. El 30% de los hogares en México están encabezados por mujeres, los modelos híbridos también están complicando la vida de las mujeres que trabajan y al mismo tiempo tienen otros roles en casa.
Tener momentos de esparcimiento donde la persona se de el tiempo de hacer alguna actividad que disfrute y contribuyan a su bienestar: leer, hacer ejercicio, salir a caminar en la naturaleza, socializar con amigos o familiares, escuchar música.
Limitar el tiempo en pantalla. La urgencia por responder cada mensaje de forma instantánea o estar pendiente de las redes sociales de forma permanente puede incrementar el estrés porque estamos en un constante estado de alerta.
Alimentarse sanamente y dormir.
Y sobretodo, si el empleado siente que esta situación lo rebasa, acudir con un especialista.
Las empresas, por su parte, deben fortalecer sus programas de bienestar emocional y físico para los empleados que proporcionen herramientas y beneficios que permitan a las personas fortalecer su cuerpo, mente, capacidad de resiliencia y competencias de inteligencia emocional como la gestión de emociones y la adaptabilidad.
Es común ver en las grandes empresas los esfuerzos por cuidar el bienestar de sus empleados, con programas internos de “wellness” donde aprenden técnicas de atención plena, inteligencia emoconal, nutrición, e incluso tienes su propio departamento de coaching o consultorio interno de psicología.
Sin embargo, más del 97% de las organizaciones en el país son pymes y la gran mayoría no están tomado las medidas necesarias.
Invertir en una mejor respuesta
La necesidad de un manejo adecuado del Síndrome de Burnout se ha convertido en una de las necesidades más grandes de la sociedad. La productividad y la economía general se sustentan en la productividad de la población laboral, que se ve seriamente afectada y reducida cuando no se reconoce este padecimiento, y también ocurre de igual manera cuando se ignora su presencia y no se maneja de una forma efectiva.
Por tanto, cuidarse resulta ser la inversión más adecuada. Estamos en la oportunidad de crear herramientas para prevenir la aparición de estos síntomas y, si aparecen, saber que tienen tratamiento y pedir ayuda a los profesionales.
“Si el empleado está bien, la empresa está bien. Una empresa exitosa no se debe primeramente a sus clientes, se debe a sus empleados. Un empleado estará dispuesto a dar la extra milla por su jefe o por su empresa cuando siente que a la empresa le importa su bienestar, cuando se siente visto, valorado, respetado, cuidado”, resalta.