Ubicado en el corazón de Hermosillo, Sal de Jade ha dejado de ser solo un sitio reconocido por sus desayunos para convertirse en un restaurante que apuesta por la experiencia completa. Hoy, con una propuesta centrada en la cocina de mar y desierto, el restaurante se posiciona como un referente de la vida nocturna sonorense, donde cada comida es parte de una narrativa sensorial en transformación continua.
Al frente de esta evolución está el chef Alberto Covarrubias, quien asumió el reto de darle nueva dirección a la cocina sin romper con su esencia. Con casi dos años formando parte del equipo, ha impulsado un proceso de redefinición gastronómica que se expresa en platillos que conectan el entorno natural con una visión moderna.
“Buscamos empujar la experiencia de comidas y cenas con un menú que tenga identidad, que incorpore ingredientes locales pero también nuevas dinámicas y sabores”
La carta actual refleja esa intención: pescados del Golfo de California, mariscos frescos, vegetales de temporada, cortes al carbón y técnicas que van del fuego abierto al ahumado sutil. La cocina internacional está presente, pero se tropicaliza con un sello muy sonorense, generando propuestas innovadoras sin perder familiaridad.
Más allá de los sabores, Sal de Jade ha abrazado una filosofía de cambio constante. Cada mes se convierte en un nuevo capítulo. El restaurante lanza menús temporales y eventos especiales que sorprenden incluso a los comensales recurrentes. Ejemplo de ello son sus cenas maridaje temáticas y menús como “Mar de Cortés” o el más reciente “Italia en Sonora”, donde se fusionó la cocina italiana con productos locales como el tuétano, la burrata artesanal o el pesto con berro regional. Cada platillo está pensado para conectar con el paladar y la imaginación.
La barra también tiene voz propia. La coctelería acompaña la narrativa culinaria con creaciones que siguen la línea conceptual del restaurante. Destaca su colección “Piedras Preciosas”, con bebidas que, al igual que los platillos, equilibran técnica, estética y sabor. El trago Jade, por ejemplo, ha logrado convertirse en parte del sello del lugar.
Sal de Jade no solo ofrece comida: crea momentos. Cada detalle, desde la ambientación hasta la atención personalizada, está diseñado para provocar una respuesta emocional. En una ciudad que cada vez apuesta más por la gastronomía creativa, este restaurante ha sabido adaptarse, crecer y, sobre todo, reinventarse sin perder lo que lo hace único.
- Sal de Jade cuenta con coctelería de autor, con una línea distintiva de bebidas bautizada como Piedras Preciosas; su trago insignia es Jade.
- Cada detalle, desde la atención del personal hasta la música, se ajusta para provocar una respuesta sensorial completa.