Hace casi seis años Alejandra Coppel acudió a impartir un taller de cocina en la cárcel de Mazatlán y lo que parecía iba a ser una actividad rutinaria fue algo que cambió su vida para siempre, tanto que la motivó a formar Origami Vida Interna, una asociación civil sin fines de lucro que apoya la reinserción social, principalmente por medio del trabajo.
“Siempre había tenido la inquietud, cuando pasaba por ahí por la cárcel de Mazatlán, de saber qué había ahí y de repente se me presentó la oportunidad, yo soy chef y me invitaron a dar un curso de cocina, estuve una semana y pues algo dentro de mí me dijo: ‘aquí hay un área oportunidad’ ”, recuerda.
Origami Vida Interna cuenta con diversos talleres productivos en el penal de Mazatlán, uno de carpintería, otro de costura, además de apoyar en el área de salud mental y desarrollo humano.
“Es un sector muy olvidado el de los internos en las cárceles, que necesitamos ponerle atención porque al final son personas que van a volver a integrarse en la sociedad y necesitamos que regresen bien”, destaca.
También se trabaja en el área educativa, con una comunidad de niños en el penal de mujeres.
“En el área femenina hay niños que nacen y viven en la cárcel, entonces creamos una Comunidad Montessori, en donde va una maestra y los niños tienen clases como una escuela normal, tienen un desarrollo más estimulado, más de acuerdo a la realidad de los niños de esa edad”, explica.
En todo este tiempo ha logrado formar un grupo de colaboradores que hacen que Origami Vida Interna crezca cada día más.
“En junio cumpliremos seis años y actualmente somos 10 colaboradores y todo nuestro trabajo está enfocado en que ellos, cuando salgan, tengan ya otra visión para insertarse de nuevo a la sociedad; esa es la misión Origami, por medio de todos estos talleres y que aprendan oficios, para que cuando salgan puedan tener herramientas para hacer las cosas bien”, enfatiza.
Alejandra se considera una mujer muy positiva, sensible, empática y firme en sus decisiones, cualidades que le han ayudado para fortalecer el trabajo que realiza en la asociación.
Ayuda de la sociedad
Origami Vida Interna se mantiene por medio de la venta de los productos y el trabajo que realizan los internos, además de actividades que se llevan a cabo para recabar fondos y de donaciones.
En el taller de costura tienen un proyecto en el que elaboran cortinas para camiones, también hacen mandiles, todos los martes cocinan para 100 personas y anualmente llevan a cabo una parrillada para recabar fondos. De todas esas pequeñas utilidades es como se mantiene la asociación.
El objetivo de Alejandra y sus colaboradoras es seguir creciendo para que Origami Vida Interna pueda replicar el trabajo que se hace en Mazatlán en penales de otros municipios y estados.
“Yo estoy segura que Origami va a seguir creciendo, se ha sumado mucha gente muy valiosa, ya nos han buscado de otros penales para implementar el trabajo de Origami, pero vamos poco a poco, todavía tenemos mucho por hacer en Mazatlán”, expresa.
Actualmente trabajan en el proyecto de una videoacademia, que es una alianza que hacen con otra fundación que se llama Plan B, que consistirá en clases vía Zoom para las mujeres; en el área varonil se imparte la preparatoria y carreras profesionales en línea.
“Este año estamos enfocados en hacer que crezca el proyecto de la educación virtual, para que más gente tenga acceso, porque salir de la cárcel con una preparatoria o una carrera terminada es algo muy valioso”, puntualiza.
Alejandra Coppel es abogada de profesión y chef desde hace 20 años. Actualmente está haciendo un diplomado en derecho penal para así tener más conocimientos y poder seguir ayudando a las personas internas en cárceles a través de Origami Vida Interna.
LABOR La Fundación Origami Vida Interna apoya tanto a hombres como a mujeres internadas en las cárceles de Mazatlán con talleres productivos, terapias, cursos e incluso ayuda para tratar adicciones.