En un panorama económico internacional marcado por la volatilidad, el oro ha recuperado protagonismo como un activo clave para preservar estabilidad. En Latinoamérica, la acumulación de reservas de oro se ha convertido en un factor estratégico para varios gobiernos.
Mientras algunas economías optan por vender el metal para acceder a liquidez, otras han reforzado su papel como reserva ante tensiones externas. Un estudio de Trading Economics confirmó que el país más destacado de Latinoamérica es Venezuela, que encabeza la lista de países latinoamericanos con mayor cantidad de oro acumulado en 2024.
Según datos oficiales del Banco Central de la República Bolivariana de Venezuela, el país cerró 2024 con un total de 161 toneladas del metal precioso en sus reservas, superando a gigantes regionales como México, Brasil y Perú.
Este volumen representa un 25 por ciento más que las reservas de México y un 20 por ciento más que las de Brasil. Desde 2020, Venezuela ha mantenido estables sus reservas, lo que refleja una estrategia clara del estado para resguardar este activo como respaldo financiero, en medio de un entorno marcado por sanciones internacionales, hiperinflación y restricciones económicas.
El oro ha sido fundamental para mantener un margen de maniobra en la política monetaria venezolana. No obstante, la falta de transparencia en su gestión ha generado cuestionamientos tanto internos como por parte de organismos internacionales, que han expresado su preocupación por el posible uso de estas reservas en gastos operativos del gobierno.
Productores
Aunque Venezuela lidera en reservas, México continúa siendo uno de los principales productores de oro en el continente. El país figura junto con Perú, Brasil y Chile entre los mayores exportadores del metal a nivel mundial, gracias a su amplia riqueza mineral y a una industria extractiva consolidada.
Sin embargo, la acumulación de reservas no depende únicamente de la capacidad productiva, sino de las decisiones políticas y financieras de cada país.
México, por ejemplo, ha adoptado una estrategia distinta a la venezolana, destinando parte de sus ingresos por exportación de oro a cubrir necesidades presupuestarias inmediatas, lo que ha limitado el crecimiento de sus reservas.
A pesar de ello, el papel de México en el mercado global sigue siendo relevante, y su potencial en el sector minero lo posiciona como un actor clave para el futuro económico de la región. En este contexto, la discusión sobre si conservar o comercializar el oro continúa siendo central en el diseño de las políticas fiscales nacionales.