Según la Dra. Ma. Dolores de la Puerta, nuestra microbiota intestinal repercute en la estabilidad de nuestros pensamientos, emociones y sentimientos, pues la microbiota actúa como un gran modulador de la actividad neurológica a través del nervio vago, estableciendo una comunicación bidireccional entre el intestino y el cerebro.
La conexión directa se realiza a través del nervio vago, mientras que la conexión indirecta ocurre mediante sustancias y moléculas que produce la microbiota, como neurotransmisores y ácidos grasos en cadena, que tienen una interacción específica con las neuronas intestinales.
Explica que una alimentación rica en fibra, fermentados, frutas, verduras y prebióticos, como los polifenoles, contribuyen a una microbiota sana y a la producción de moléculas que impactan positivamente en nuestras funciones neurológicas y psicológicas. En cambio, una dieta con alimentos procesados, aditivos y grasas saturadas afecta negativamente nuestra microbiota y, por ende, nuestras emociones y sensaciones de felicidad.