Desde pequeña, Keiry Anahy Salazar Ochoa sintió una profunda necesidad de ayudar a los demás, una acción que le dejaba una enorme satisfacción. Sin embargo, quería hacer algo más, fue así que su pasión por el servicio la llevó a unirse a la Cruz Roja Mexicana Culiacán cuando apenas tenía 19 años. Ahí, comenzó a trabajar en servicios asistenciales, llevando despensas y brindando apoyo a quienes más lo necesitaban.
En ese camino su vida dio un giro inesperado cuando conoció a un grupo de bomberos que la inspiraron a seguir un camino más audaz. Fue así que en el 2020 Keiry decidió convertirse en voluntaria del Departamento de Bomberos de Culiacán, un lugar donde la valentía, la disciplina, el trabajo en equipo y la empatía eran esenciales para formar parte del grupo. Durante cuatro años, se dedicó a aprender y a prepararse, pero sentía que había algo más que podía hacer, así que su deseo de ser bombera profesional creció aún más.
Enfrentarse a un servicio donde predominaban los hombres fue uno de los principales obstáculos que enfrentó Keiry. La estigmatización de ser mujer en un campo considerado masculino fue una de las principales barreras que tuvo que romper. Pero su determinación y entusiasmo fueron más fuerte que cualquier comentario desalentador que pudo recibir.
“Mi camino hacia mi sueño de ser bombera no fue fácil. Después de completar la Academia de Bomberos me encontré con la dura realidad de la pandemia que paralizó el mundo en 2020. Las convocatorias se detuvieron, y mi objetivo parecía desvanecerse. Pero me mantuve firme en mi decisión y cada semana asistía a la Estación de Bomberos, no solo como voluntaria, sino como una mujer decidida a demostrar que podía ser parte de ese equipo”
En poco tiempo, Keiry se convirtió en un apoyo para sus compañeros. Su formación en fisioterapia le permitió ayudar a otros compañeros bomberos con lesiones y brindar atención en situaciones críticas. Sin embargo, el verdadero desafío llegó cuando finalmente se le ofreció un puesto como bombera. En ese momento sintió la presión de demostrar qué era capaz, no solo para ella, sino para todas las mujeres que deseaban seguir sus pasos.
Con el tiempo, Keiry se dio cuenta de que su papel como mujer en el cuerpo de bomberos era más que solo apagar incendios. Era un símbolo de cambio y esperanza. Keiry no solo lucha contra el fuego en las calles, sino también contra las barreras que limitaban a las mujeres en su profesión. Actualmente espera ser una inspiración, ejemplo para muchas que quieren formar parte de esta noble profesión.