El inicio de un nuevo año representa una oportunidad para reflexionar sobre los logros alcanzados y los desafíos que quedan por enfrentar. En el campo mexicano, las metas son ambiciosas: fortalecer la autosuficiencia alimentaria, incrementar el bienestar de los productores y avanzar hacia una agricultura más sostenible que garantice la seguridad alimentaria para todas las familias.
El noroeste de México continúa siendo una de las regiones agrícolas más importantes del país. Esta área no solo destaca por su productividad, sino también por su capacidad de adaptación ante los desafíos económicos y climáticos que afectan al sector. A pesar de las adversidades, se mantiene como el “granero de México”, sustentando a miles de familias y siendo clave en el desarrollo económico de la región.
El año 2024 fue un periodo marcado por retos y aprendizajes en la agricultura global y local. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), a través de su Anuario Estadístico 2024, evidenció importantes tendencias en los sistemas agroalimentarios. Este informe señaló un incremento en la producción agrícola mundial, pero también destacó las crecientes presiones ambientales y los retos de sostenibilidad que enfrenta el sector. Este análisis se convirtió en una herramienta esencial para entender las dinámicas globales y regionales de la agricultura y para trazar estrategias más eficaces de cara al futuro.
En México, bajo el liderazgo de Julio Berdegué Sacristán como secretario de Agricultura y Desarrollo Rural, el 2024 también trajo consigo nuevos enfoques en la política agrícola. Durante eventos como el foro “El trigo bajo el cambio climático en México”, se destacó la importancia de la ciencia y la tecnología para mejorar la productividad y enfrentar los retos derivados del cambio climático. Cultivos esenciales como el maíz, el trigo y el frijol fueron el centro de estrategias dirigidas a mejorar la resiliencia del sector y garantizar su sostenibilidad.
De cara al 2025, la agricultura en el noroeste de México se enfrenta al doble desafío de mantener su competitividad en el mercado global mientras responde a las demandas de alimentos más saludables, accesibles y producidos de manera sostenible. Tecnologías emergentes como la inteligencia artificial están transformando el sector, ofreciendo soluciones innovadoras para optimizar recursos, reducir el impacto ambiental y enfrentar la escasez de mano de obra.
Además, la colaboración entre el gobierno, la industria, los productores y la academia se perfila como un eje clave para fortalecer el sector agroalimentario. Esta unión promete no solo impulsar la productividad, sino también garantizar que los beneficios de la actividad agrícola lleguen a todos los eslabones de la cadena de valor, desde el productor hasta el consumidor final.
El 2025 se presenta como un año lleno de oportunidades para consolidar un modelo agrícola más inclusivo, resiliente y sostenible. Con las lecciones aprendidas en el 2024 y el firme compromiso de todos los actores del sector, el campo mexicano tiene el potencial de seguir siendo un motor de desarrollo para el país y un referente en el escenario agroalimentario global.