Decidida a dejar su vida de oficina, Jeanette Montijo Gallegos apostó por una idea que venía fermentándose desde hace años entre anécdotas de cocina y cenas con amigos, crear su propia línea de aderezos artesanales.
Al Ajillo es un proyecto hecho con paciencia, sazón y mucha intuición. Jeanette Montijo había preparado estos aderezos por años en su cocina, casi como un secreto bien guardado entre su círculo cercano. Generalmente le pedían para consumo personal. Pero no fue hasta que la vida la empujó a reinventarse que decidió convertir esa pasión en su sustento.
Lanzar un nuevo negocio justo cuando la pandemia comenzaba a cambiar las reglas del juego fue un reto mayor. Pero Jeanette Montijo no se detuvo, ajustó, aprendió y resistió, con la misma entrega con la que se cuida un hijo, como ella misma lo describe.
“Hay que querer mucho al producto, nunca descuidarlo y siempre buscar cómo sacarlo adelante”, comenta.
Un sazonador versátil
Para Jeanette Montijo, Al Ajillo se trata de un sazonador que transforma cualquier platillo.
“Ideal para acompañar desde una carne asada hasta unas verduras al vapor; no solo para ensaladas”, dice.
Esa versatilidad es justo lo que la ha llevado a generar contenido en redes sociales que muestran todas las formas en que sus productos pueden ser parte del día a día. A través de ellas, vende, educa, comparte recetas, muestra combinaciones. Esa estrategia, genuina y cercana, ha conectado con cientos de personas que ahora no solo compran su producto, sino que lo incorporan con naturalidad en sus cocinas.
Jeanette visualiza su marca creciendo a corto plazo en Hermosillo, y a largo plazo por todo México. Pero no tiene prisa, pues ha entendido que los negocios se construyen con constancia y paso a paso, receta a receta.