El país, debido a su ubicación geográfica, enfrenta riesgos invernales como nevadas, heladas y olas de frío, que amenazan la producción agrícola. Las bajas temperaturas durante el invierno pueden dañar los tejidos vegetales y afectar las siembras y plantaciones bien establecidas.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, se sugieren medidas preventivas, como la siembra de árboles como cortinas rompevientos, el uso de abonos orgánicos y verdes, la cobertura de cultivos con túneles plásticos o invernaderos (especialmente para hortalizas) y la elección de cultivos tolerantes a las heladas, como raíces y tubérculos.
En caso de heladas, se recomienda regar inmediatamente después y aumentar la temperatura mediante pequeñas fogatas con énfasis en el humo. Además, se aconseja plantar vegetales con resistencia natural al frío, que logran adaptarse a las bajas temperaturas a través de la concentración de jugos celulares y el endurecimiento gradual.
La sensibilidad de las plantas al frío depende de factores como la especie, la edad, la historia previa y las condiciones ambientales. Las plántulas muy jóvenes son generalmente más sensibles, mientras que las semillas en reposo tienden a ser más resistentes.
Se destaca la importancia de proteger los cultivos durante el invierno para evitar pérdidas económicas, la desocupación de mano de obra y la competencia en los mercados internacionales.